Francisco Martín Salcines empezó llevando la administración de varias fincas de José Leva, agricultor y jefe del Servicio Nacional de Trigo. Poco después era director financiero de Catac, la Compañía de Automóviles y Tractores de Córdoba, que luego pasó a ser Motor Ibérica, la concesionaria internacional de Ford y fabricante de camiones y tractores Ebro, donde conservó el mismo puesto. Sin embargo, no se sintió a gusto en él, y optó por montar su propio bufete. "En Catac nuestros clientes eran amigos, y esas relaciones empezaron a cambiar con Motor Ibérica --confiesa--, por eso me independicé a principios de los sesenta".

--¿Cómo le fue al principio?

--No me fue mal, muchos de los clientes se vinieron conmigo. Al mismo tiempo daba clases en la Escuela de Comercio.

--Un centro docente en cuya gestación, si no me equivoco, estuvo usted presente.

--En el Colegio de Titulados Mercantiles necesitábamos un centro que formara a gente para las empresas, que no existía. Lo único que había era Veterinaria y la Escuela de Peritos Industriales. Nos apoyó Antonio Cruz-Conde, aprovechando que su suegro, el Conde de Vallellano, era ministro. Por cierto, y entre paréntesis, Antonio Cruz-Conde ha sido sin duda el mejor alcalde de Córdoba, y además con una enorme visión de futuro. Pero volviendo a la Escuela de Comercio, te diré que nos costó Dios y ayuda ponerla en marcha.

--Y todo para una vida corta, porque pudo convertirse luego en Escuela Universitaria y sin embargo cerró.

--Fue por una cuestión política, porque los patronos eran la Diputación y el Ayuntamiento y a pesar de nuestra lucha no quisieron convertirla en Escuela Universitaria. Le tocó cerrarla a Ana María García Andrés, que había sustituido en la dirección a Pacual Calderón. Después se ha reconocido que el Primer Plan de Contabilidad de España se estableció gracias a los alumnos que había tenido la Escuela de Comercio, donde explicábamos dos planes, el francés y el americano.

--También formó usted parte del equipo fundador de ETEA. ¿Cómo vivió los comienzos?

--Como administrador de fincas agrícolas había implantado sistemas modernos de contabilidad en una época en que ni el comercio la llevaba, y un día me llamó Jaime Loring y tuvimos una reunión en San Hipólito. Me dijo que buscaba el medio de ofrecer una enseñanza integral para el agricultor (ten en cuenta que ETEA significa Escuela Técnica Empresarial Agrícola) y quería que diera clases de Contabilidad; luego asumí también Análisis de Balances. Eran tiempos heroicos. Loring y yo montamos también, en el marco de ETEA, un Centro de Cálculo para los agricultores.