Los trabajadores de Cajasur han soportado en los últimos dos años la mayor incertidumbre de la historia centenaria de la antigua caja. Si fue complicada la negociación para la frustrada fusión con Unicaja, no menos quebraderos de cabeza trajo la intervención por el Banco de España y el periodo de espera hasta que se adjudicó a BBK. Sin embargo, acostumbrados a recibir un día sí y otro también noticias negativas sobre su evolución económica, no pensaron que el ajuste laboral que se firmó el 11 de enero llegaría a ser tan dramático. Y eso que desde la empresa y los sindicatos se reconocía que había que hacer sacrificios. La negativa situación de Cajasur ponían en peligro la viabilidad de la empresa, decía el acuerdo, por lo que debían adoptarse medidas en el ámbito laboral para devolver la competitividad. Había que reducir la plantilla en 668 personas de las más de 2.800 que había.

A. NO SE CUBREN LAS EXPECTATIVAS

La esperada reunión de la comisión de seguimiento celebrada el lunes confirmó las previsiones de que no se completarían las bajas incentivadas (130) y las reducciones de jornada y suspensiones de contrato (110). Sí se cubrieron las 428 prejubilaciones contempladas para los trabajadores que tenían 55 años o los cumplirán antes de finales de 2013, aunque no sucedía lo mismo con el resto de medidas. La empresa comunicó que se habían producido solo 75 bajas incentivadas de las 130 esperadas, a las que se unían 14 peticiones de suspensión de contrato y 19 de reducción de jornada. Para evitar alargar la incertidumbre entre los trabajadores, en la comisión se acordó que al día siguiente, martes, BBK comunicaría a 151 personas que habían sido incluidas en el expediente de regulación de empleo. CCOO y UGT dijeron después que trataron de que en el plazo de 20 días previsto en el acuerdo laboral se estudiaran nuevas acciones para atenuar las medidas traumáticas, aunque no se aceptaron. Incluso, remarcaron que comprendían que no se hubieran inscrito más voluntarios a las bajas incentivadas por la difícil situación del mercado de trabajo. Para tratar de que se inscribieran más trabajadores, la empresa amplió tres días la voluntariedad.

B. LA CARTA QUE NO SE ESPERABA

El martes fue uno de los días de mayor incertidumbre, impotencia y tristeza que recuerda la plantilla de Cajasur. A las 8.00 de la mañana, cuando se incorporaban los empleados a sus puestos de trabajo, comenzó a producirse la comunicación que nadie esperaba. El responsable de zona, director territorial u otro directivo llamaba al trabajador a un despacho y le comunicaba que había sido incluido entre las 151 bajas incentivadas. En la decisión se habían tenido en cuenta seis criterios, entre los que se encontraban los informes elaborados por jefes de zona o departamento, informes de auditoría y de recursos humanos o el aspecto geográfico. Así, por ejemplo, los sindicatos estiman que, alrededor del 60%, corresponden a servicios generales, a los que se unen también un número importante de bajas de trabajadores que se encuentran fuera de Andalucía y Extremadura. Los sindicatos aseguran que en lo que va de año se han cerrado más de una veintena de oficinas. Solo en Madrid han quedado seis de las once sucursales que tenía Cajasur y la plantilla se ha reducido en torno a un 40%. Los dirigentes políticos, que lamentaron que se tuvieran que producir marchas forzosas, pidieron a BBK que cuando comience a crear empleo, prime en la contratación a los que se han visto afectados por las bajas. El plazo para adherirse a la voluntariedad, que permite al trabajador cobrar una prima de seis mil euros, finalizó el jueves. Tras conocer que habían sido incluidos entre las bajas forzosas, fuentes cercanas a la entidad precisaron que alrededor del 97% de los 151 afectados se habían adherido al periodo voluntario. Los datos definitivos del ajuste aprobado en el acuerdo laboral del 11 de enero se conocerán mañana lunes, cuando la empresa vuelva a reunirse con los tres sindicatos con presencia en Cajasur.

C. UN AJUSTE POR VIABILIDAD

El viernes fue el día en el que se firmaron las desvinculaciones voluntarias. Los trabajadores fueron llegando uno tras otro al centro de formación Santo Ángel para firmar su marcha. La sorpresa, la impotencia y la incertidumbre que se les presenta a todos ellos apareció en sus declaraciones. Muchos de ellos achacaron su despido más a cuestiones subjetivas que a un procedimiento realmente objetivo. Algunos no dudaron en señalar que personas que se han incorporado con posterioridad a la entidad, pero que son allegados a dirigentes políticos, continuarán en Cajasur. Otros se lamentaban de no haberse podido acoger a las prejubilaciones por menos de nueve meses. Entre los afectados se encuentran casos de varios miembros de una misma familia. Tampoco faltan directivos con varias décadas en la empresa o jóvenes titulados universitarios. Desde la empresa se ha venido insistiendo en que el ajuste laboral es necesario, y los sindicatos dieron el visto bueno ante el cuadro negativo de ratios de la antigua caja. El último se conoció hace unos días. Cajasur perdió a lo largo del año 2010 en torno a 1.000 millones de euros en depósitos, aunque 450 correspondieron a vencimientos de deuda y amortización de emisiones de financiación mayorista. El acuerdo laboral de enero recogía pérdidas en la entidad de 596 millones de euros, mientras que BBK estima que las pérdidas del 2010 ascienden a 1.100 millones. A esto se une también el sobredimensionamiento de la plantilla de la entidad y la necesidad de ahorrar 42 millones de euros en personal para llevar a cabo el plan de viabilidad de Cajasur. Ante esta situación, BBK continuará durante este año con su política de ahorro de costes y con la reducción de plantilla en la fundación y en las empresas participadas. Algunos de los trabajadores despedidos lo reconocían. BBK asumió la gestión de una entidad que estaba quebrada. Por eso, tanto la empresa como los sindicatos han asegurado que de la viabilidad de Cajasur dependen más de dos mil empleados.