El control de la superpoblación de conejos de la Campiña cordobesa no está resultando tan fácil como se pudiera pensar. Un nuevo censo de la Consejería de Medio Ambiente ha vuelto a constatar un incremento del número de ejemplares respecto a septiembre de 2007. Todo a pesar de las medidas extraordinarias de gestión cinegética que se autorizaron a partir de febrero. Entonces, la Junta autorizó que se pudieran realizar capturas durante todo el año en algunos de los municipios más afectados de la Campiña.

Como era de esperar, el número de lagomorfos ha disminuido respecto a las poblaciones del censo de mayo, aunque no ha sido tan acusado como se pudiera pensar en Aguilar, donde se ha producido una disminución desde 387,42 ejemplares por kilómetro cuadrado a 267,65. El análisis de la Junta refleja que la densidad media en la Campiña Sur ha pasado de 244,95 ejemplars por kilómetro cuadrado a 102,61. Sin embargo, como reconoce Medio Ambiente, "la densidad es muy superior a la estimada para el mismo periodo del año anterior", que se situaba en 64 conejos.

La Junta considera que este aumento se puede justificar por una menor incidencia de las enfermedades, aunque también porque las medidas adoptadas no han sido suficientes para reducir la densidad de conejos hasta unos niveles inferiores a los del año anterior. A esto se une también que las condiciones climáticas del verano han sido más suaves.

Ante esta evolución, los técnicos de Medio Ambiente aconsejan que continúe y se potencien las acciones de gestión, coincidiendo con el inicio de la temporada de caza para reducir la población pre--reproductora.

Del mismo modo, la Junta insta a recomendar las medidas en todos lo municipios afectados por la superpoblación, pero, sobre todo, en Aguilar de la Frontera.

Normalmente, el periodo en el que se suele producir un mayor número de ejemplares es en julio, a partir de lo cual la población cae por las medidas de gestión que se llevan a cabo, bajando a los niveles mínimos sobre el mes de noviembre.

La Campiña Sur viene presentando densidades más altas de lo normal desde el año 2006. Esta presencia del animal ha llegado a producir importante daños en cultivos como el viñedo o el olivar, aunque en el último año no han sido importantes.