Había mucha expectación en la calle. El eje San Pablo-San Andrés estaba repleto de gente este sábado esperando ver de nuevo a Jesús Nazareno Rescatado, que, tras seis meses en el taller de restauración, volvía a su templo. Cerca de las seis de la tarde, desde San Andrés, los tímidos rayos de sol se reflejaban en el metal de la cruz de guía de la hermandad, que ya asomaba por la calle San Pablo y, tras esta, un nutrido cortejo precedía al Rescatado, que, poco a poco, hacia la maniobra para salir del convento de Santa Marta.

A los sones de la banda de cornetas y tambores de la Coronación de Espinas, el Señor de Córdoba comenzaba a caminar por las calles que lo llevarían a los Trinitarios, un recorrido que llegó hasta la avenida que lleva su nombre en la zona de La Viñuela.

Nuestro Padre Jesús Rescatado lució sobre una parihuela escoltado por cuatro faroles plateados y exornado con frondoso friso de clavel rojo. En su semblante apenas se nota la intervención, quizás las manos algo más claras, pero sin ninguna estridencia que rompa con la identidad de la imagen que a simple vista parece que no se ha tocado, algo que habla muy bien del buen hacer del taller de restauración Regespa, encargado de esta intervención.

El Señor portaba una antigua túnica bordada en oro sobre terciopelo morado de autor anónimo fechada en los años 40 del pasado siglo, restaurada para esta ocasión por el taller de Mercedes Castro. Un pieza que, sin ser de gran valor, tiene el sabor del tiempo, algo que le va muy bien a la estética de esta imagen.

La imagen del Rescatado, desde el sábado hasta el miércoles, estará expuesta a la veneración de los fieles en la iglesia de los Padres de Gracia (Trinitarios) para que todo aquel que ayer no pudo estar en la calle acompañándole en su vuelta hoy lo visite en su templo.