Todo presagiaba lo peor. Una fina lluvia caía en la ciudad a primeras horas de la mañana. Como precaución, la hermandad del Resucitado se tomó la media hora de cortesía para finalmente poner su cruz de guía en la calle y dirigirse por primera vez en estación de penitencia a la Catedral.

Conforme avanzaba el cortejo iba abriendo el día, hasta reinar un intenso sol que iluminó la mañana de Resurrección y que acompañó a la cofradía hasta su regreso a Santa Marina pasadas las tres de la tarde.

Una procesión que bien podía llevar el sobrenombre de extraordinaria, tanto por la forma en que discurrió, como por los instantes que se pudieron vivir. Majestuosa la entrada del Señor Resucitado en la Catedral, así como la salida a los sones de la marcha Costalero interpretada por la sevillana agrupación de la Redención. El paso iba exornado en blanco con un toque de color amarillo a base de fresías.

Tras éste, volvió a caminar la Virgen de la Alegría exornada con unas delicadas jarras de rosas en tonalidades pastel.

Ambos pasos pusieron el mejor broche de oro a una inédita Semana Santa que ya ha pasado a la historia cofrade como la de la Catedral.