Antes de las 9 de la noche ya había gente esperando en la puerta del Juramento de San Rafael. El murmullo era constante, un murmullo que cesó momentáneamente cuando el bronce de la campana del muñidor anunciaba la procesión.

Puntualmente, la cofradía Universitaria estaba en la calle. La alcantarina cruz de guía cruzó el cancel de la basílica. Sin duda, la hermandad estaba haciendo historia: por primera vez partía de su nueva sede. Es más, si todo sale como se planea, será la última vez que la hermandad procesiona fuera de la Semana Santa y estará en el 2014 en Carrera Oficial.

En apenas cinco minutos había pasado el cortejo de los escasos hermanos que formaban el tramo que acompañó al Cristo universitario, cuya imponente imagen del hombre de la Sábana Santa ya se encontraba enmarcada en el cancel del Juramento y, tras varias maniobras, el sobrio paso mandado por Enrique Garrido tomó la plaza, iniciando el silente caminar por las calles de la Axerquía hasta la Catedral.

Aún el Cristo de la Universidad en el cruce de Arroyo de San Lorenzo, la Virgen de la Presentación tomaba la plaza de San Rafael, los fanales doctorales, dos de ellos de estreno, alumbraban su enlutada belleza, mientras su paso, exornado con iris morados, caminaba en silencio tras su Hijo. Lástima que el público, que literalmente abarrotaba las calles cercanas al templo, no supiera interpretar el silencio de la cofradía, levantado un atronador murmullo tras pasar la Virgen de la Presentación que sin duda rompió el clímax necesario para contemplar el lúgubre cortejo de esta hermandad.

Tras su paso por la Catedral, la hermandad, a un ritmo bastante rápido, retornó a su templo por la Puerta de Santa Catalina. Fue entonces cuando el silencio se fue acentuando y la cantidad de público dio paso a la calidad, a aquellos que verdaderamente saben apreciar el silencio de una cofradía.