Opinión | Colaboración

Catarsis

Tras la reflexión, Sánchez sigue: reflexionó para hacernos reflexionar

El presidente Pedro Sánchez llevaba ya días con un gesto adusto, preocupado. Como que ya se barruntaba algo. Así es que cuando se corrió la noticia de que un juez había imputado a su mujer por tráfico de influencias, el diputado Gabriel Rufián aprovechó para preguntarle si creía en la justicia y nuestro presidente respondió: «Pues mire usted. Voy a ser muy escueto. En el día de hoy y después de la noticia que he conocido, a pesar de todo aún sigo confiando en la justicia de mi país». Hacer de tripas corazón, creo que le llaman a esta declaración de fe.

Y lo primero que me vino a la mente fue esa reflexión que hizo en su día Albert Camus, en el sentido de que en esencia todos estamos de acuerdo en conceptos básicos pero discrepamos en los matices. Por ejemplo, tal vez lo que usted entienda por libertad no es lo mismo que entiende la señora Díaz Ayuso o lo que usted entiende por salario justo no sea el que entiende su patrón, ni lo que un juez entiende por justicia sea lo mismo que entiende un fiscal. Tal es el caso. Lo que entiende el juez que ha imputado a la señora Begoña Gómez no es lo mismo que entiende el fiscal que ha pedido que se archive el caso.

Luego, supe que la acusación venía de parte de Manos Limpias, una organización de la extrema derecha dirigida por un antiguo militante de la organización Fuerza Nueva que pretendía continuar con el franquismo. Y lo más sorprendente es, como reconoció el mismo secretario general de esta organización «sindical», que «la acusación sale de afirmaciones de un par de periódicos y que pudieran ser falsas, en cuyo caso habría que pedir responsabilidades a estos medios de comunicación». Es decir, ellos sueltan la acusación y que el juzgado investigue si es falsa o no. Luego me puse a pensar que, si no se presentan pruebas inculpatorias serias, sino solo recortes de periódicos, no le cabe ninguna responsabilidad al juez. No soy ducho en la materia y aquí me quedé.

Pero en este caso creo que no es lo mismo denunciar a la señora del presidente electo de la nación que a Perico de los palotes, por las repercusiones que pudiera tener no solo en el ánimo del dirigente, que en lo humano Pedro es igual a Perico, sino también en la política de ese país. Y esta era la situación. El país andaba como traumatizado ante la decisión de Pedro Sánchez de darse unos días para pensarse si merece la pena continuar de presidente en un país donde la justicia es justa, sí, pero «presuntamente» al albur de enconadas ideologías, con lo que eso puede afectar al Estado de derecho y, en suma, a la democracia. Tras la reflexión, Pedro Sánchez sigue como presidente: reflexionó para hacernos reflexionar. ¿Servirá para algo?

*Comentarista político y periodista

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