Opinión | Cosas
El Duque
Los más escépticos con estos cinco días recuerdan que el cuento del lobo se fundamenta en la colmatación de los golpes de efecto
Posiblemente, Pedro Sánchez no recibirá un título nobiliario de la Corona, un regalo por lo demás envenenado por sus apegos republicanos. De hecho, solo Adolfo Suárez fue entorchado con un ducado por doblar ese cabo de Hornos que fue pasar de la dictadura a la democracia. Sin embargo, Sánchez es el presidente que más semejanzas guarda con ese otro Duque que compuso ‘Starman’. Bowie es el duque blanco, y Sánchez también se apega al instinto camaleónico de la supervivencia. En esta ocasión, un requiebro tan noble como la salud emocional puede sesgarse por antecedentes estratégicos. Los más escépticos con estos cinco días que paralizaron una nación recuerdan que el cuento del lobo se fundamenta en la colmatación de los golpes de efecto.
Las equidistancias están bien desprestigiadas, pero ello no resta para repartir a escote esta degradación institucional, con acosos, derribos, cinismos y enroques que sobrepasan el concepto de polarización. Condeno el torticero ataque a la vida familiar del líder -en ambos bandos- cuando la causa política nubla, distorsiona y prejuzga el indicio. Presumo que la psique del carismático también se forja en momentos de soledad, abatimientos y desolación. Esta suerte de cucharón y paso atrás no se asemeja tanto a la dimisión de Suárez, sino al envite de mutis por el foro en aquel Congreso socialista en el que Felipe González entendió que las aspiraciones de Gobierno pasaban por la liposucción del ideario marxista-leninista. Y esta catarsis no puede sustentarse en hacer más altas las barricadas, sino en parar los pies a la visceralidad y allanar los caminos a la concordia.
El ‘sanchismo’ no pasará desapercibido en las turbulencias de estos primeros decenios del siglo, y más si se contrasta con la antinomia de la personalidad de su predecesor en la Moncloa -hemos pasado del dontancredismo al escapismo-. El resorte emocional ha servido para escribir esta nueva página del Duque, aventando a una izquierda alicaída y encomendada al deshoje del patrón, huérfana de cualquier brisa crítica. Vivan los sentimientos si se desentienden de flirteos demoscópicos. Con todo, no me hallo en esas exaltaciones en las que las pasiones avientan el cesarismo. El otro día en Ferraz, solo faltó que la Ejecutiva se lanzase a la multitud, para que cada miembro fuese izado como una estrella del rock. Cuando todo se calme y por el bien de este país, no queda otra vía que el entendimiento.
*Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor
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