Opinión | Cosas

El fango

Lo que antes se esputaba con la elipsis del ventilador, hoy se está convirtiendo en un maniqueísta barrizal

Ahora mismo, la idea fuerza es el fango, el Barrabás semántico que utiliza el Gobierno y contrarresta la oposición para percolar el voto de la ciudadanía. Hasta las palabras malditas tienen un santo. Se es samaritano con el fango en la depuración de aguas residuales. De hecho, es un elemento imprescindible para la digestión anaerobia bacteriana devolviendo a la naturaleza un agua con parámetros de calidad.

Este fango desnitrificante no es sinónimo de corruptelas. A los procesos biológicos les importan un cojón los tacticismos electorales. A lo sumo, asienten con el mantra del miércoles de ceniza -polvo eres- y se escaman con la denominación de origen de la arrogancia humana que ya queremos bautizar como Antropoceno.

Pero ese otro fango existe. Lo que antes se esputaba con la elipsis del ventilador, hoy se está convirtiendo en un maniqueísta barrizal. Para empezar, la derecha sensata no debería caer en el abrazo del oso de esos falsos eufemismos de la ley de concordia que le tiende esta ultraderecha de TikTok. El bucle de nuestra memoria histórica se cerraría dignamente cuando pueda comúnmente aceptarse una reparación de las víctimas. Las fosas nunca pueden entenderse como una prospección del desquite, sino como una hilaza sentimental con aquellos familiares que, a fuer de ignominia y barbarie, fueron arrastrados por el torbellino de la libertad. Tampoco son edificantes aquellas consignas progres de vivificar aquellas arengas de gramola. Jalear el «no pasarán» en concentraciones desde luego no ayuda a fomentar la convivencia. Tampoco se entiende si es oportunidad u oportunismo eso de fintar con la provocación. Desde Cultura se inocula el curare de la leyenda negra, no tanto para practicar un revisionismo sosegado, sino para fomentar un narcisismo revanchista que achata el rigor historiográfico. Tampoco le hace ascos el ministro Urtasun a trastocar los clichés del desdén. Si antes se decía que eres más tonto que un obrero de derechas, ahora toca endosarlo a un sindicalista taurino.

Y para urticarias progres, que Fernando Savater cierre las listas de las Europeas del PP. El filósofo donostiarra tiempo ha que se convirtió en un réprobo, quebrando por todas esas cosas la máxima de que la intelectualidad siempre se escora hacia el otro espectro. No siempre, y miedo da la mímesis con ese otro vasco que por la acritud llegó a la aceptación y luego al compungido arrepentimiento. Un tal Miguel de Unamuno. En Italia Tangentópolis denominó una época álgida de corrupción política. Aquí se intenta que prospere el fango para titular y denunciar una manera de ejercer el poder. La cruel generosidad del fango es su capacidad de engullir todo tipo de mierdas.

*Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor

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