De momento, lo palpable con la llegada de Djukic es el efecto regenerador que provoca un relevo en el banquillo, aquello de los buenos propósitos, las ilusiones renovadas y la expectación en el vestuario (sobre todo entre los que no tenían un papel protagonista o teniéndolo, no sobre el terreno). El club ha reaccionado con 30 jornadas de margen, con un entrenador adecuado y le queda aún el comodín del mercado. Solo falta la respuesta de los jugadores.