Hoy vamos a dejar a un lado la propiedad de la Mezquita-Catedral --cuestión que, en su día, resolverán los tribunales-- para centrarnos en las actuaciones del cabildo para sustituir la palabra Mezquita por Catedral, a secas, en carteles, tickets de entrada al monumento, registros públicos, etcétera. Actos encaminados a desvirtuar un hecho innegable: en 1984 la Unesco, a propuesta del Estado español --dicho organismo internacional solo se relaciona con los Estados Parte que han suscrito sus convenciones--, declaró a la Mezquita --y solo a la Mezquita-- Patrimonio de la Humanidad, tras un expediente minucioso que, siguiendo las normas reglamentarias, identificó el bien --la Mezquita--, lo describió y, al justificar la inscripción, adujo que se trataba de "la representación más emblemática del arte árabe religioso en España".

A lo antedicho cabe añadir que, según las "Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial", aprobadas por la Unesco el 2 de febrero de 2005, los Estados tienen la obligación de adoptar las medidas jurídicas necesarias para evitar los incumplimientos de la inscripción, vigilar la protección y correcta interpretación de sus valores, así como la divulgación, señalización y adecuada explicación de los mismos.

Además de las referidas obligaciones, el párrafo 166 del Capítulo III, apartado i mayúscula, establece que "para inscribir el bien con arreglo a criterios distintos a los empleados para la inscripción inicial, deberá presentarse solicitud como si se tratara de una nueva propuesta". A continuación, el párrafo 167 prohíbe que "se modifique el nombre sin previa solicitud del Estado"; añadiendo: "La Secretaría deberá recibir la solicitud de modificación del nombre al menos 3 meses antes de la reunión del Comité". Más claro imposible.

Conocido lo anterior, nos produce perplejidad y estupor que el cabildo haya llevado a cabo un dislate, tan grande como una catedral, al cambiar el nombre de Mezquita por el de Santa Iglesia Catedral en el registro de la propiedad, certificando que fue declarada en 1984 Patrimonio de la Humanidad. No satisfechos con la usurpación, en los boletos que expenden para entrar al monumento solo figura el nombre Catedral y --más asombroso todavía-- en la puerta de acceso al templo han colocado un gran cartel en el que, literalmente --por favor, lean con atención--, han escrito: "El Cabildo Catedralicio le da la bienvenida a esta Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Todo el recinto de este singular edificio que va a visitar fue consagrado en 1236. En este bello y grandioso templo, desde entonces y sin faltar un solo día, el Cabildo celebra el culto solemne y la comunidad cristiana se reúne para la escucha de la palabra de Dios y la participación en los Sacramentos. La Iglesia Catedral es la principal iglesia de la diócesis, madre de las demás iglesias y centro capital de la vida litúrgica diocesana. En ella se encuentra la cátedra del Obispo, signo de magisterio y potestad del pastor de la Iglesia y signo de la unidad de los creyentes en la fe que el Obispo cuida como pastor de la diócesis".

Con este texto, que no tiene desperdicio y es inexacto --sin faltar un solo día se escucha más tiempo la palabra de los guías turísticos que la de Dios--, recibimos en Córdoba a mahometanos, mormones, tibetanos, sintoístas, agnósticos, budistas- que han viajado para conocer la Mezquita Patrimonio de la Humanidad; y no para que los adoctrinen. En parecidos términos, se expresa la grabación que explica el monumento, tras abonar el módico precio de 18 euros --casi tres mil pesetas antiguas--, a los visitantes nocturnos. Por cierto, en uso de la transparencia que le caracteriza, el cabildo debería hacer público cuánto costó la iluminación y quién la abonó.

Partiendo de estos antecedentes, y conocedores de que la Unesco va a abrir --los medios de comunicación internacionales lo dicen a diario-- un expediente que puede concluir revocando el titulo patrimonial que posee la Mezquita y Centro Histórico de Córdoba --como acaba de sucederle a Dresde con el Valle del Elba--, es incomprensible que el cabildo siga en sus trece y rebatan con el insulto la opinión del exdirector de la Unesco que estudió a fondo el tema y decidió la inclusión de la Mezquita en el catálogo.

Por todo ello --considerando que están jugando con fuego--, pedimos al Ayuntamiento que cumpla un deber muy sencillo: exigir el respeto a las directrices de la Unesco, para que no puedan irrogarse perjuicios a la ciudad, y que coloque en todo el municipio carteles --empezando por las puertas de la Mezquita-Catedral-- que digan "Mezquita y Centro Histórico de Córdoba Patrimonio Universal".

O sea, que, de inmediato, se restablezca la verdad que está siendo metódicamente despreciada.

* Abogado y escritor