Pocos saben (o recuerdan) que una de las instituciones de la Feria, con cuatro décadas de presencia ininterrumpida desde el Paseo de La Vitoria, es la de la hermandad de La Expiración (actualmente en Corredera 7). Fue la primera hermandad de penitencia que se instaló en el Real para financiar sus proyectos y, tras soportar una polémica que en su día fue incluso cruel con la cofradía por su carácter pionero, al final su ejemplo ha sido seguido por buena parte de sus homólogas. Ahora, sería imposible pensar en una Feria sin cofradías.

De hecho, actualmente hay 17 casetas relacionadas con el mundo cofrade en El Arenal, incluyendo la de la Agrupación de Hermandades, la de la tertulia cofrade La Trabajadera y la de una hermandad foránea: El Cautivo. Y el número se queda corto si se recuerda que hay varias hermandades que tras una experiencia en la Feria ha renunciado a seguir.

"Las cofradías están metidas en la vida de la ciudad y, por tanto, además de encontrar una forma de financiar su trabajo, también estamos en la Feria", resume el presidente de la Agupación de Cofradías, Francisco Gómez San Miguel. Más aún, la Feria puede ser un reflejo y un escaparate de la labor cofrade, como ocurre este año con otra institución: Entrevarales (La Esperanza), que el próximo año cumple 40 ediciones de feria y que en el presente 2015 celebra en la decoración de su caseta los 75 años de la hermandad.

LA FUERZA DE LA COFRADIA

Las razones por las que las cofradías se han convertido desde hace tiempo en uno de los pilares de la Feria son casi obvias: es el colectivo ciudadano de Córdoba con mayor número de miembros y voluntarios, está fuertemente organizado y cuenta con una enorme proporción de integrantes jóvenes.

Estas tres razones también explican que las hermandades se hayan erigido en un baluarte no solo para la Feria. Además de Semana Santa (faltaría más), de las cofradías también depende la fiesta de Las Cruces, en donde suponen más de la mitad de los inscritos, las romerías de Santo Domingo y de Linares, buena parte de los actos culturales y religiosos de otoño y Navidades y este año han entrado en la fiesta de los Patios de la mano de la Hermandad Universitaria y de San Rafael.

NO TODO EL MONTE ES OREGANO Ahora bien, no todo el monte es orégano. Si no fuera por el trabajo voluntario en la barra, en la cocina, en el montaje y desmontaje, las cuentas no saldrían ya que montar una caseta tiene un coste entre 18.000 y 20.000 euros. Y eso sin contar con el material propio en el que hay que invertir el primer año. Un dineral. Así se explica que a muchas hermandades, pese al trabajo grauito y devoto de sus voluntarios no le hayan salido los números y se hayan ido.

A pesar de todo, las cofradías son las que mejor han aguantado la crisis y el brutal descenso de número de casetas desde el 2009, eso sí, a base de muchísimo esfuerzo. "Cuando se hace por una devoción, por un objetivo superior, se lleva mejor el esfuerzo. Y bueno, no todo va a ser trabajar y cultos todo el año. También hay que hacer un hueco al esparcimiento", responde Gómez Sanmiguel cuando se le pregunta si a veces no se hace más penitencia en la caseta que en la procesión.