Carolina Coronado fue una escritora española, destacada por su poesía, nacida en Almendralejo (Badajoz) en 1820, considerada por los críticos como la equivalente extremeña de Rosalía de Castro e incluso denominada como "el Bécquer femenino". La niña fue formada según el uso de la época, costura y labores del hogar, pero ella, de forma autodidacta, alimentó su interés por la literatura. A muy temprana edad muestra ya una extraordinaria capacidad para componer versos. Puede que la catalepsia crónica que padecía acentuase también su carácter romántico, pues Carolina se obsesionó con la posibilidad de ser enterrada viva. La literatura siempre fue un refugio para ella, desde su infancia --en la que el entorno familiar no era propicio para sus aspiraciones-- hasta las crisis nerviosas ocasionadas por su debilidad física, así como por la pérdida de sus hijos. Sin embargo, la imagen de esta mujer débil y enfermiza contrasta con su fortaleza de carácter y una larga vida en la que consiguió desarrollar una respetable carrera. Tras quedar casi paralítica, se establece en Madrid. Su residencia pronto se hizo famosa por las tertulias literarias. Punto de encuentro de escritores progresistas y refugio de perseguidos por sus ideas revolucionarias, fue censurado y se convirtió en un lugar clandestino. Pese a ello, Carolina consiguió publicar en periódicos y revistas literarias de la época y obtuvo cierta fama, reforzada además por su belleza (a la que el mismo Espronceda dedicó unos versos.) Junto a sus novelas, obras teatrales, ensayos y poesías, contamos con el valioso testimonio personal de las cartas de la escritora a Juan Eugenio Hartzenbusch, que se conservan en la Biblioteca Nacional, para conocer las inquietudes de una joven escritora que, además de plasmar sus sentimientos y emociones, reflexiona sobre asuntos que trascienden lo lírico.