Conocimos a Edgar Allan Poe a través de la traducción que de sus relatos hiciera Julio Cortázar, o a Julio Cortazar gracias a sus traducciones de Edgar Allan Poe? Da igual que primero fuera el huevo o la gallina, ya que estamos ante uno de los renovadores del relato breve, cuya influencia fue tal que el propio Cortázar intuiría que le sobrepasaba. Siempre reeditado, es de agradecer esta nueva edición de Reino de Cordelia, que además de aportar las fantásticas ilustraciones de María Espejo presenta a su vez una nueva traducción. Y la pregunta está servida. ¿Qué aporta la excelente traductora Susana Carral a la anterior de Cortázar? ¿Era acaso, el Poe por todos conocidos, demasiado cortazariano como indica Luis Alberto de Cuenca en el prólogo? Con todo, Diez cuentos de terror, que incluye, cómo no, El barril de amontillado y El corazón delator, entre otros, nos permite releer a Allan Poe recordando aquellas iniciales lecturas de la mano de aquellas primeras Antologías azules de Alianza Editorial. Pero hacerlo ahora gracias a esta lujosa edición de Cordelia es obrar justicia para un escritor excesivamente nombrado pero injustamente tratado, y aunque no es posible mencionar uno solo de sus cuentos sin por ello cometer una injusticia con los demás, hay uno que sobresale de entre todos por la fascinación que siempre me ha trasmitido: El pozo y el péndulo.

Cuenta Robert Saladrigas en la introducción, tan valiosa por su contenido simbólico, intimista y yo diría que hasta entrañable, que la gestación de Voces del «boom» hay que retrotraerla nada menos que a 1968, cuando leyó por primera vez Cien años de soledad, y cuando entrevistó a Gabriel García Márquez para la revista Destino, iniciando de esa manera una colaboración de entrevistas para dicha publicación entre las que se habrían de encontrar todos los participantes (o casi todos) del llamado boom latinoamericano. Voces del «boom» es una compilación en forma de monólogos/entrevistas de algunas de ellas, se echan en falta las que podrían haber sido las más audaces, qué duda cabe, caso de Julio Cortázar, Sábato o Monterroso. Pero el conjunto no desmerece las individualidades. García Márquez, Vargas Llosa, Rulfo, a quien tanto admiraran Gabo y Álvaro Mutis, Borges, Bioy Casares, Onetti, Manuel Puig... Son solo un ejemplo de las decenas de entrevistas que hiciera Saladrigas para Destino, de los secretos que nos legaron respecto a su literatura y a su vida. Toda una muestra de que el boom, por más que algunos deseen enterrado, está más vivo que nunca. Y bueno es recordarlo y reivindicarlo justo ahora que se acaba de cumplir el tercer aniversario del fallecimiento de Gabo, y cuando cuentan, según noticias procedentes de quienes se han hecho con el legado de su archivo, que han encontrado un manuscrito inédito del Nobel.