Considerada como una de las colecciones más importantes de las halladas hasta la fecha en lo que fue Hispania, el Museo Histórico Municipal de Priego ha recibido la donación de treinta terracotas de época romana, fechadas a medidos del siglo II después de Cristo.

Las piezas, que aparecieron en 1959 en la Carrera de las Monjas durante la construcción de un edificio, han sido cedidas al museo de la localidad por Manuel Córdoba Pérez, cuya familia se ha encargado de su conservación y custodia desde su fortuita localización hasta nuestros días.

Se da la circunstancia de que fue el propio Manuel Córdoba el que, durante una visita a las obras que se estaban realizando en el que sería su domicilio, ubicado curiosamente a escasos metros del actual Museo, observó cómo unos operarios estaban golpeando con un martillo una vasija metálica con la creencia de que ésta contenía un tesorillo, que luego resultó ser una colección de terracotas, varias de las cuales resultaron dañadas.

Según el arqueólogo municipal de Priego, Rafael Carmona, las terracotas ahora donadas constituyen todo un referente en lo que a la evolución urbana de la localidad se refiere, ya que durante muchos años habían sido la única prueba material de este período histórico en la localidad, "prueba definitiva que se pudo argumentar con la excavación de la villa romana, que sabemos ya que había en el centro de la población, frente al Ayuntamiento y que fue excavada en 2007", apuntaba Carmona.

En este sentido, el arqueólogo añadía que los trabajos realizados desde el año 1989 en el entorno urbano de la Carrera de las Monjas "han permitido concretar el contexto arqueológico de las terracotas", adelantando que se trata de un ajuar funerario de una tumba de incineración, datada a mediados del siglo II después de Cristo y, según Carmona, "muy probablemente de una niña o adolescente, que sería la hija, nieta o sobrina de la villa romana excavada frente al Ayuntamiento".

Es más, el arqueólogo municipal apuntaba que, probablemente, en los trabajos que se llevaron a cabo en 2004-2005 durante la rehabilitación de la Carrera de las Monjas, "se localizó la pira funeraria en la que se incineró a esta niña o adolescente", que se encontraba casualmente frente al lugar en el que en 1959 se produjo el hallazgo, catalogado por Rafael Carmona como uno de los conjuntos de terracotas "más significativos e importantes de toda Hispania, por el número de piezas".