Vivienda

Supervivientes de un proceso de desahucio en Córdoba

Soñar que duermes en un cajero, noches sin dormir y problemas de salud mental... Las personas afectadas por lanzamientos hipotecarios y desalojos malviven en la incertidumbre de un futuro sin un techo garantizado

En primera persona: las historias de supervivientes de un proceso de desahucio en Córdoba.

En primera persona: las historias de supervivientes de un proceso de desahucio en Córdoba. / MANUEL MURILLO / CÓRDOBA/ A.J. GONZÁLEZ

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

«Esto sí lo puedes poner: he soñado con estar durmiendo en un cajero», cuenta Joaquín Pérez tras enumerar una serie de circunstancias que le tocó vivir tras quedarse parado y verse inmerso en un proceso de desahucio. Por algunas de ellas siente un pudor que le lleva a pedir mesura en las palabras.

Pero lo que no oculta es que sufrió un shock importante tras acudir a la subasta de su vivienda. Dos desconocidos pujaban sin remordimientos por quedarse su casa, su vida, ante sus ojos y sin posibilidad de hacer nada para evitarlo.

Por la familia

Sin dormir, mareada, desquiciada... María no soñó pero tuvo un día que «abrir los ojos». Entonces, miró a su alrededor y vio a dos hijas, a su nieta, a su marido enfermo y sacó fuerzas para seguir adelante. «Yo he estado muy mal», lamenta.

Su voz brota fuerte y, a la vez, desesperada. Ya son cuatro años de lucha para seguir en el hogar donde, 24 años atrás, comenzó una vida feliz de recién casada. María Hidalgo, una de las tantas afectadas por los desahucios en Córdoba, revela una realidad al preguntar: «¿Dónde está el derecho a la vivienda cuando te viene una enfermedad o una crisis?»

En su caso, los problemas comenzaron cuando su marido «cayó malo con esclerosis múltiple» y problemas de salud mental. A Rafael Muñoz y su familia numerosa les golpeó fuerte la crisis de 2008 y, posteriormente, la pandemia de covid-19. Dirigían un establecimiento hostelero en plena Judería y ahora él y su mujer se ven con sueldos ínfimos y tres hijos a su cargo. Lo peor de todo es que tienen hasta el 15 de julio para frenar el lanzamiento de su primera y única vivienda.

La moratoria de la esperanza

El pasado martes, más de 4.000 familias cordobesas asistieron a una prórroga de la esperanza. El Consejo de Ministros aprobó la prolongación de la moratoria antidesahucios, una medida adoptada en 2013 y que permite que, en Córdoba, no se produzcan doce desahucios diarios, según Rafael Cidres, presidente de la Asociación de Familias Necesitadas (Anfane). 

Precisamente, la asociación estima que cuatro millares de familias de la provincia se ven beneficiadas por la prórroga aprobada un día antes de su caducidad. Familias como Pilar García y su hijo, que consiguió suspender su desahucio gracias a la ayuda de Anfane el pasado 2 de mayo, pero batalla para evitar el lanzamiento fechado de nuevo el 19 de junio.

Desde la Plataforma 15M Stop Desahucios Córdoba celebran «la importante victoria que supone la ampliación hasta 2028 de la moratoria hipotecaria pero considera necesario que se siga haciendo presión por «una serie de mejoras para ampliar la garantía del derecho a una vivienda digna». El objetivo es que «puedan llegarse a alcanzar soluciones definitivas».

Lucha por un hogar

Enfermedades, crisis, falta de trabajo, engaños... los problemas que llevan a muchas familias a verse pendientes de un hilo son muchos y difícilmente controlables. Atrás dejan pasados más o menos exitosos, con trabajos mejores y peores, para luchar día a día por mantenerse en el hogar al que un día llegaron. 

¿Y las alternativas?, se preguntan. Joaquín Pérez asegura que lleva 14 años solicitando a Vimcorsa un piso de protección oficial. Rafael, su mujer y sus cinco hijos esperan poder encontrar una alternativa habitacional si, en unos meses, se quedan en la calle. María trata de pagar su piso sin éxito. En ese hastío, entidades como Anfane o la Plataforma 15M Stop Desahucios los acompañan y asesoran. ¿Qué será de ellos? Ninguno puede decirlo con certeza. Y eso, la incertidumbre, además, es una de las circunstancias que más los carcomen.

María Hidalgo: contra la enfermedad y la desesperación

«¿Quién te ayuda hoy en día?», se pregunta María. ¿Su madre, que es pensionista?¿Un banco? «Le he dicho a otros bancos y nadie quiere ayudar», afirma. María Hidalgo lamenta que sus hijas le tengan que dar de comer y, pese a ello, le sigan «apretando las cuerdas más». A sus 57 años, lucha contra un proceso de embargo de su vivienda y, además, por sacar a su familia adelante en su primer hogar, en el que lleva viviendo desde que se casó.

María Hidalgo, en su piso.

María Hidalgo, en su piso. / Manuel Murillo

«No es humano», dice indignada cuando explica que, desde hace un tiempo, es víctima de reiteradas llamadas y visitas inesperadas de personas enviadas por un fondo para recordarle que debe abandonar su vivienda. «Yo he estado muy mal y desde que viene este hombre a mi casa estoy peor, pero me aguanto porque tengo que cuidar a un enfermo», dice.

«¿Dónde está el derecho a la vivienda si cuando te viene una crisis o una enfermedad y quieres pagar no te dejan?», vuelve a preguntar María, quien insiste en su voluntad de seguir abonando dinero para la hipoteca. «Pagaba lo que podía, nunca me he negado», insiste. Sin embargo, asegura que ahora el fondo no le da ninguna opción. «Me da pena, es mi vida...», expresa.

Joaquín Pérez: Contra la incertidumbre

«No solo pienso en mí, pienso en otras personas, en poder ayudar para que otras personas no sufran lo que yo sufrí», explica Joaquín Pérez, quien suma 14 años en la Plataforma 15M Stop Desahucios. Aunque se muestra optimista -de momento, tiene un techo por unos años, hasta que cumpla el alquiler- este hombre, de 68 años, sigue padeciendo por la ejecución hipotecaria que sufrió en 2009.

Joaquín Pérez, afectado por un lanzamiento hipotecario.

Joaquín Pérez, afectado por un lanzamiento hipotecario. / Córdoba

«Desde entonces, gracias a Stop Desahucios, tengo contratos de alquiler, pero tienen intención de la venta. Vivo en un constante sinvivir, no sé cuál es mi futuro techo», sigue contando el afectado. Tras quedarse parado y estar cobrando un subsidio que no le alcanzaba para costearse la hipoteca, se vio abocado a una jubilación anticipada y a perder su vivienda para conformarse con un alquiler que, hasta ahora, el banco le ha facilitado.

Su esperanza, ahora, está en la Administración, respecto a la cual considera que tiene un deber de promover «viviendas de protección oficial suficientes para las personas que las necesiten». «Pero llevan años sin moverse en este sentido», lamenta. Joaquín Pérez, que conoce de cerca la situación de muchas familias que llevan a la plataforma, se pone en el pellejo de personas que pierden su casa y la de sus padres. Y, pese a su situación, se siente afortunado.

Rafael Muñoz: Contra dos crisis

«La vida es bella», dice con frecuencia Rafael Muñoz a sus tres hijos. «Pase lo que pase, la vida es bella», repite. Aunque lo que pase sea un desahucio. Esta familia de cinco miembros tiene en el horizonte una fecha de lanzamiento. Rafael sabe que tarde o temprano tendrá que buscar otra cosa. Sin embargo, intenta mantenerse optimista: «A lo malo le busco siempre algo bueno, si no, te hunde. Si mi familia me ve amargado, mi mujer se hunde rápidamente y los nenes con nada que te ven así triste lo notan».

Rafael Muñoz y su mujer, en el salón de casa.

Rafael Muñoz y su mujer, en el salón de casa. / Manuel Murillo

Trabajando a media jornada -aunque ella ahora se encuentra de baja por un accidente laboral- tratan de mantener a flote el hogar que consiguieron con el esfuerzo de años al frente de su negocio de hostelería en plena Judería. La crisis del 2008 los puso en una situación límite pero lograron reponerse. Cosa que no sucedió tras la pandemia de coronavirus.

En los últimos años, la subida de los precios de los alquileres en Córdoba hace que esta familia se aferre a lo que tienen. «Nos hace luchar por aguantar más en el piso», señala Rafael. «Yo ya lo que venga. Si nos tenemos que ir, ya nos buscaremos algo, o pediremos ayuda a algún familiar», sigue comentando este padre de tres niños. Dos de ellos, menores de edad.

Cati y sus vecinos: contra contratos en defecto de forma

Cati (en el centro de la foto junto a dos vecinos) y su pareja, son una de las familias afectadas por el lanzamiento de un bloque completo por un defecto de forma de los contratos de alquiler. «Han sacado a subasta el inmueble, lo han comprado otras personas, pero nosotros vamos a negociar el alquiler», explica. Algunos vecinos se marcharon, pero ella y otras cinco familias se quedaron.

Cati y dos de sus vecinos, Reinaldo y José Manuel, en el patio.

Cati y dos de sus vecinos, Reinaldo y José Manuel, en el patio. / Córdoba

Acudió a Stop Desahucios y, desde entonces, es fiel defensora de una causa: «Lo que quiero es luchar por mi derecho a tener una vivienda digna. Una de las cosas que me empuja a seguir en la lucha es que esto es un patio de vecinos, nos ayudamos unos a otros», apunta orgullosa.

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