ENTREVISTA | Manuel Díaz 'El Cordobés Torero

«Mi padre no ha nacido en este planeta, es de otra galaxia»

Manuel Díaz ‘El Cordobés’.

Manuel Díaz ‘El Cordobés’. / EUROPA PRESS

Noelia Santos

Noelia Santos

La vinculación de Manuel Díaz con Córdoba va más allá de su sobrenombre. Dejó clara la conexión en el sentido pregón que anunció el Mayo Festivo y, en esta entrevista, desgrana unos lazos de unión de una ciudad, reconoce, donde nació por segunda vez.

-Ha sido el pregonero del Mayo Festivo, ¿en qué raíces se hunde su vinculación con Córdoba?

-Mi vinculación con Córdoba empieza en el momento en el que, por circunstancias de la vida, yo voy allí con mi madre. En un principio, yo no tenía conocimiento del mundo del toreo más allá de que sabía lo que era y de lo que me habían contado mis abuelos, sobre todo mi abuela, que era muy taurina. Después conocí de donde yo venía. La vinculación más directa empieza cuando yo un día decido querer ser torero. Asisto a la plaza de toros de Los Califas, en la que ponían el cine de verano. Yo nunca había estado en una plaza de toros. Cuando llegué allí, empecé a tocar las tablas y me metí por el callejón y lo que me impactó fue verme en medio de un ruedo. Yo estaba allí con mis amigos del barrio, íbamos al cine, veíamos nuestra película y tomábamos el bocadillo con la fresquita. Cuando llegué a mi casa esa noche le dije a mi madre: «Mami, yo quiero probar ser torero». Ella me dijo que estaba loco y que estaba estudiando y yo le respondí: «Mami, yo no voy a dejar de estudiar, pero quiero probar el toreo» y al final me apuntó a la escuela de Manuel Benítez Pérez, al Círculo Taurino. Recuerdo que la escuela estaba por el cine España, yendo para El Brillante. Allí estábamos todos los chavales, Juan Carlos Domingo, Maldonado, Cañero, ya despuntaba Fermín Vioque, y estaba Tejero también. Éramos un montón de chavales que soñábamos con ser toreros. Ahí empieza mi gran vinculación con Córdoba.

-Y empieza a desarrollar su carrera.

-Fui conociendo a gente del toro, a Antonio Matas Cabello o a Garrido, que fue banderillero de mi padre. Con ellos empecé a soñar con ser torero. Me vi con esa ilusión de un chiquillo que, de repente, es llamado por el toreo, de la noche a la mañana. Ya empecé a ir a los tentaderos y a echarme mis primeras becerritas. Hice mi primer paseíllo en la Mujer Cordobesa, de corto y sin torear, porque eran los alumnos más aventajados los que toreaban y yo estaba empezando. Esto es lo que me ha llevado a sentirme que he nacido como torero en Córdoba. Yo, aunque no vi la luz en Córdoba, aunque no nací en esa tierra, sí nací allí como torero. Tengo el arraigo de que mis primeros esbozos como torero los hice en Córdoba. A raíz de ahí, empecé a torear novilladas con la Escuela Taurina y becerradas en un montón de pueblecitos. En el primer año cerré 21 becerradas y ya arranqué. Y luego debuté en Córdoba con picadores. Ahí arranqué mi historia como torero, por eso la vinculación que yo siento con Córdoba es que ha sido mi segundo nacimiento. Y, por supuesto, también he tenido el arraigo a toda la cultura de Córdoba. Desde chiquitito ya me metí en Santa Marina de costalero, en lo que me metió Rafael Pedraza, que era el hombre que se encargaba de llevarme con su coche, que lo ponía desinteresadamente, e, incluso, pagaba hasta los gastos para llevarme a los tentaderos y a las becerradas. También estaba Antonio Pino, con su furgoneta, y Daniel, que era su hijo, que era novillero y compañero mío. Era vivir el toreo desde la parte de abajo. Ahí es cuando yo siento que Córdoba me acoge, que Córdoba me acepta y que Córdoba me da la oportunidad de poder dedicarme al toreo y de poder vivir ese sueño.

-Y aprovechando esa vinculación con la ciudad, imagino que vivió las fiestas de mayo.

-Yo conocí la Feria de Córdoba en el Paseo de La Victoria, fíjate. Y los Patios y las Cruces… imagínate las fiestas que yo he podido vivir en Córdoba desde chiquitito porque de allí no me fui hasta los 17 años. Viví en Ciudad Jardín, mi juventud la pasé allí; en El Brillante también estuve; y, luego, ya me quedé en Santa Marina. Cuando mi madre y mi familia decidieron que se iban de Córdoba, porque ya tenían que buscarse la vida, yo decidí quedarme en la ciudad porque quería seguir intentando mi tema del toreo. Y me quedé con eso y trabajando en varios lavaderos de coches. Luego me surge la oportunidad de irme a Madrid a torear una serie de novilladas. Pasé también por Mallorca. Y, de la noche a la mañana, caigo en Sevilla. De la mano de Paco Dorado arranco sin apellido ni fortuna, que era nuestro eslogan, y llego a tomar la alternativa en Sevilla. Me caso en Sevilla con Vicky, mi primera mujer, y ya mis raíces las pongo allí, aunque sigo manteniendo vinculación con Córdoba, a la que sigo yendo bastante. De hecho, uno de mis hobbies más bonitos con la familia es coger un fin de semana el coche e irnos a Córdoba a pasear y a que mis hijos disfruten de la vida, de la gastronomía, de la cultura, de cómo la gente me para por la calle. Después de todo, sin haber nacido en Córdoba, esta ciudad me ha dado muchísimo, como poder llevar mi apodo de El Cordobés y tener la ilusión de decir a boca llena que yo me hice torero en Córdoba.

Sin haber nacido en Córdoba, Córdoba me ha dado muchísimo

-Se retiró el año pasado, no sé si sigue vinculado a la actividad taurina.

-Esta es otra etapa. Yo he estado 30 años en activo y con lesiones muy graves de cadera, he tenido lesiones que me han ido mermando facultades y llega un momento que te tienes que plantear la retirada. Yo tenía la ilusión de que una lesión como la de la cadera no me retirase, por ello hice un esfuerzo. En 2018 me operé de las dos caderas y me esforcé por terminar mi trayectoria de torero vestido de luces. Está claro que voy a seguir vinculado a esta profesión porque me lo ha dado todo. No solamente me ha dado la oportunidad de poder sentir que he triunfado, sino que me ha dado unos valores, un conocimiento de la vida y afán de superación. En esta profesión te tienes que renovar cada día, tienes que salir con una ilusión nueva y esa lucha la lleva solamente el hombre que se viste de luces. También te endurece como ser humano, te hace sentir que todo se puede lograr en la vida y que es cuestión de poner empeño e ilusión y que el «no» nadie te lo puede decir, te lo puedes decir tú en algún momento. Al final, yo me lo dije a mí mismo cuando me retiré, que fue el día más bonito de mi vida porque culminaron una serie de acontecimientos que han pasado durante toda mi trayectoria. Mi ídolo, mi padre, la persona que más admiro de este mundo, tuvo el cariño y el detalle de querer ser ese día quien me sacase ya del toro y me diese la oportunidad de hacer otras cosas y de vivir otra vida.

Manuel Díaz 'El Cordobés' posa en la rueda de prensa tras la redención con su padre.

Manuel Díaz 'El Cordobés' posa en la rueda de prensa tras la redención con su padre. / EUROPA PRESS

-Imagino que la retirada ha sido difícil.

-Lo que sí me ha costado mucho trabajo ha sido coger los chismes. Yo tengo un cuartito en casa donde tengo los trajes de luces, los capotes y las muletas y lo tengo como un santuario ahora mismo. Me costó casi seis meses entrar en ese cuarto otra vez. No era capaz de entrar porque no concebía que yo allí ya no entraba como tantas veces buscando una muleta o probándome un traje. Ahora entro ahí vulnerable porque me doy cuenta de que el torero, cuando deja de vestirse de luces, vuelve a ser un hombre normal. Y eso me da un poco de miedo porque cuando tú te vistes de luces, te transformas en algo distinto, en una persona que está dispuesta a jugarse la vida. Y sí, entro con miedo y puede que ese miedo me vuelva a embaucar para ponerme el traje y eso no puede ser porque mi mujer me mataría. Es más, el otro día hablando con el Califa, que está ilusionadísimo con un festival que quiere hacer para ayudar a niños con su fundación, le dije: «Maestro, padre, voy a tener que pedirle permiso a Virginia» pero ya Virginia me ha dicho que ni se me ocurra. No veas la papeleta que tengo: mi padre por un lado, que yo estoy loco por estar con él, y por otro lado mi mujer, que me quiere cortar la cabeza.

Pasé la juventud en Ciudad Jardín, viví en El Brillante y luego me quedé en Santa Marina

-¿Y saldrá al final el festival?

-De mi padre puedes creerte todo porque es un hombre que no ha nacido en este planeta, él es de otra galaxia. Te digo una cosa, es un ser humano distinto a todo lo que yo he visto en mi vida. Cuando me lo decía la gente antes de yo poderlo vivir en mi carne yo pensaba, bueno, no será para tanto, pues es más todavía. Él tiene lesiones también, pero tiene una raza, una capacidad y una ilusión que lo mueven, mueven su cabeza, su mente, su cuerpo. Es lo que te digo de la grandeza del toreo. Mi padre sigue en activo en su mente y eso es lo que le hace vivir y lo que hace que todo tenga un sentido en su vida. Eso es precioso y yo lo estoy percibiendo ahora. Me estoy dando cuenta de que él es único en todo lo que piensa, lo que siente, lo que imagina y lo que puede transmitirte. Cuando yo estoy a su lado y veo esa energía y esa emanación de grandeza, digo: «Dios mío, estoy feliz de estar al lado de una persona como él, me siento dichoso».

Manuel Benítez 'El Cordobés', con las tijeras para cortar la coleta de Manuel Díaz en su despedida de los ruedos.

Manuel Benítez 'El Cordobés', con las tijeras para cortar la coleta de Manuel Díaz en su despedida de los ruedos. / JOSÉ MANUEL PEDROSA / EFE

-Hablando de su padre, veo que la relación con él marcha viento en popa.

-Pienso en cuando me propusieron ser pregonero, que yo dije: «Yo soy un hombre de letras, pero de haber pagado muchas, yo de leer y eso ando cortito». Y mi padre estaba encantado de participar. Fue una cosa muy emotiva, era el reencuentro con Córdoba. Volver a Córdoba después de tantos años, con mi padre sentado ahí entre el público, me hizo muy feliz.

Me doy cuenta de que el torero, cuando deja de vestirse de luces, vuelve a ser un hombre normal

-Ha surgido recientemente la polémica por la propuesta de eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia y se ha abierto el debate de que el mundo del toro está en horas bajas.

-Lo que está claro es que el mundo del toro mueve mucha economía en España y es el sustento de muchas familias. Aparte, de los tres espectáculos grandes que hay en España, el toreo, si no es el uno, es el dos. Al final es muy fácil atacarnos si te quedas con la punta del iceberg y solo ves lo que es el sacrificio de un animal en una plaza. Pero no se meten en el trasfondo de lo que realmente es importante, y es que es el motor económico para muchas ciudades o el montón de dehesas que se están utilizando y que están permitiendo que haya otras especies de animales que sobreviven gracias a que hay unos ganaderos que cuidan al toro. Y vemos la cantidad de llenos que hay en Madrid o en Sevilla, así que tan mal no está. Evidentemente, el mundo del toro es un espectáculo de entretenimiento y pasa como en todos sitios, cuando la economía no está tan boyante, pues se nota. Pero te puedo asegurar que el mundo del toro está vivo y que ha tenido épocas peores. Al final, tendremos que seguir subsistiendo y conviviendo con las personas que nos quieren quitar nuestra ilusión y nuestra afición. Nosotros, ante todo, tenemos que demostrarles que somos pacíficos. Yo entiendo la postura del que no le gusten los toros y no le estoy pidiendo que me entienda, simplemente le pido que me respete igual que yo le respeto. Lo que no quiero es que nos ataquen queriendo hacernos daño y diciendo que somos de la época medieval. Y es todo lo contrario. Nosotros vamos a seguir defendiendo nuestra afición, nuestra profesión y al toro bravo que, al final, es el eje de la fiesta.

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