Medio ambiente

Andalucía genera apenas un metro cúbico de residuos radiactivos al año, según Enresa

En Córdoba, la última vez que se retiró basura radiactiva fue hace dos años en el hospital Reina Sofía

La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos organiza en la capital cordobesa las 21ª Jornadas de Instalaciones Radiactivas 

Responsables de Enresa y el hospital Gregorio Marañón de Madrid, en las jornadas en Córdoba.

Responsables de Enresa y el hospital Gregorio Marañón de Madrid, en las jornadas en Córdoba. / Antonio Jesús González

Rafael Verdú

Rafael Verdú

Como una bañera llena de agua hasta el borde. Eso es lo que ocupan los residuos nucleares de baja y media actividad que generan en un año todas las instalaciones de Andalucía autorizadas a emplear materiales radiactivos en su quehacer diario. Aproximadamente, apenas un metro cúbico de volumen en 130 centros censados en la región (nueve de ellos en Córdoba), según los datos facilitados este lunes por los responsables de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), José Luis Navarro -su presidente- y Víctor Álvarez -jefe de Logística-, durante unas jornadas que alcanzan su edición número 21 en Córdoba.

En toda España hay casi un millar de instalaciones nucleares, al margen de las centrales. En su conjunto prpducen unos 15 metros cúbicos de basura atómica cada año. Enresa, además, recoge cada ejercicio entre 15 y 20 aparatos que han usado algún tipo de material nuclear para su funcionamiento. En Andalucía ahora mismo sólo hay un ingenio de ese tipo pendiente de su traslado a El Cabril desde Málaga.

Instalaciones nucleares

Las instalaciones que generan residuos nucleares en Andalucía son centros de investigación -laboratorios o universidades-, hospitales -en las áreas de medicina nuclear o radiología, por ejemplo- o industrias -como envasadoras que requieren medidores de precisión-. En Córdoba Enresa lleva dos años sin recoger ninguna basura nuclear. La última vez que lo hizo fue en 2021, para llevarse varias fuentes de cesio 137. Este material es tan peligroso que en 1987 provocó en Brasil la muerte de cinco personas que habían robado una cápsula del tamaño de una pila de petaca con 20 gramos de material radiactivo sin saber lo que era. Procedía de un aparato de radioterapia de un hospital abandonado. Cuando terminó el episodio de contaminación hubo que derribar un pueblo entero, se generaron 6.000 toneladas de residuos y 250 personas sufieron dosis extremadamente altas de raciación.

Todos esos residuos de media y baja intensidad -el cesio 137 es otra cosa- van a parar a El Cabril, que está inmerso en un proyecto de ampliación. Cabe preguntarse cómo es posible que con un volumen tan pequeño de desperdicios nucleares sea necesaria una instalación colosal, con celdas de 30.000 metros cúbicos que equivalen a un bloque de pisos de seis plantas. La respuesta está en el desmantelamiento de las centrales nucleares.

Centrales atómicas

España tiene ahora mismo siete reactores nucleares en funcionamiento, una central ya totalmente desmantelada -José Cabrera, en Guadalajara- y otras dos en proceso de desmontaje: Garoña en Burgos, apagada en 2012; y Vandellós I en Tarragona, cerrada en 1989 tras el peor accidente nuclear en España. Todo eso sin contar con los proyectos que nunca llegaron a terminarse a pesar de que estaban muy avanzados cuando se decretó la moratoria nuclear en 1983, las centrales de Lemóniz (País Vasco) y Valdecaballeros (Extremadura). Puesto que allí nunca entró combustible nuclear, sus materiales de construcción no llegaron a contaminarse.

Por el contrario, cualquier cosa que haya formado parte de una central nuclear en funcionamiento es radiactiva en mayor o menor grado. Cables, hormigón, acero... Todos esos materiales ocupan un volumen inmenso que no puede ir a un vertedero convencional, sino a El Cabril. Son más de 2.000 metros cúbicos de este tipo de residuos -algo menos de una piscina olímpica- los que llegan a Córdoba cada año desde las centrales que están siendo desmanteladas.

Ampliación de El Cabril

El Cabril no tiene ahora mismo capacidad para albergar toda la basura atómica que va a llegar a Córdoba en los próximos años. Pero la tendrá. Sus 28 celdas se encuentran ocupadas a un 83 por ciento y se espera que a finales de la década ya no quede más sitio. Por eso hace años que comenzó un proceso de ampliación planificado en el VI Plan de Residuos Nucleares de 2006. Lleva más de una década caducado, pero los técnicos habían hecho bien las previsiones.

El presidente de Enresa ha informado de que el año que viene se espera tener todas las autorizaciones necesarias para iniciar la ampliación definitiva de El Cabril, que supondrá casi duplicar su capacidad. Hay previstas 27 celdas más para residuos nucleares, de las que 12 se podrán empezar a construir en 2025 si todo va como está previsto.