Pitingo es sinónimo de hibridación, una percepción del flamenco que no todos han entendido a lo largo de su carrera pero que él defiende con la convicción de que «el arte es libertad pura» y no se puede poner normas a algo como la música, capaz de unir a personas de puntos contrarios del planeta. Esta filosofía inundó el sábado el festival Flamenco On Fire, al que llevó su espectáculo Mestizo y fronterizo, una muestra más de la conjunción de géneros que caracteriza a un artista que rompe fronteras con su música, en la que recoge ecos de la diáspora africana que se cruzan con el compás del flamenco y los cantares de las carceleras gitanas de Cádiz. Pitingo confiesa que le parece «maravilloso que en Pamplona se haga un festival de flamenco y se le dé el sitio que se merece».

-A veces da la impresión de que solo hay flamenco en el sur.

Es una discusión que tengo con mucha gente porque en el norte la gente tiene una cultura musical increíble. En Andalucía lo que hay son muchos flamencos, pero en el norte a veces se valora incuso más y ha dado grandes artistas como Carmen Amaya, Sabicas o Rafael Farina. El flamenco tiene que ver con la jota, parte de una base muy importante del folclore español y la llegada de los gitanos.

-¿Cree que puede ir en contra de la naturaleza del arte y encasillar géneros o disciplinas?

-Yo entiendo muchas cosas de los puristas, pero el arte es libertad pura, no se pueden poner normas a algo como la música. El arte une a las personas, es la única forma que tenemos de comunicarnos con todo el mundo. Da igual si son de derechas, de izquierdas, homosexuales, ahí todo el mundo deja sus diferencias a un lado.

-¿Se ha sentido criticado injustamente a lo largo de su carrera?

-He tenido muchas críticas pero llevo 22 años comiendo de esto y es más la gente que me quiere que la que quizás no es que no me quiera, sino que no me conoce. Con los años lo he ido entendiendo, cuando empiezas una carrera y quieres hacer algo diferente, hay gente que no te va a entender y te va a criticar. Enrique Morente me dio un consejo cuando era joven, un día que él me escuchó cantar lo que yo hacía, una mezcla de flamenco con soul. Recuerdo que le dije que me daba mucho miedo cantar eso en mi primer disco y él me contestó: «Si todo el mundo te dijese olé entonces tendrías que preocuparte, porque es señal de que algo mal estás haciendo».

-¿Le han cohibido estas críticas?

-No, eso no. Hay cosas que a lo mejor no hubiese hecho ahora pero por madurez, no me arrepiento de nada porque en la vida todo lo que te pasa, lo bueno y lo malo, te hace avanzar. Antes quizás me regía más por lo que me decían las compañías de discos, pero ahora hago lo que me da la gana.

-¿Cómo vivió su primer concierto tras el confinamiento?

-Es una sensación muy bonita pero a la vez estás muy triste por todo lo acontecido. Fue el 8 de agosto en Marbella, llevábamos desde noviembre sin trabajar y después de todo lo que ha pasado fue emocionante vernos todos los compañeros. El público estuvo de diez, todo el mundo con su mascarilla, y se cumplieron todas las normas de seguridad a la perfección.

-¿Ha cambiado el ambiente de los conciertos?

-Es distinto. El público está más cohibido y ya no hay esa cercanía entre ellos, pero aun así puedes ver la mirada de las personas y lo que transmite la música. Me sentí raro porque en todos los conciertos se queda siempre mucha gente esperando fuera para que les firme los discos, hacerse una foto o a hablar conmigo y, aunque entiendo que eso ahora no se puede hacer, lo eché de menos.

-¿Qué colaboración recuerda con mayor cariño?

-Sobre todo las de las personas que faltan, como por ejemplo Juan Habichuela. De hecho, el otro día estuve en casa escuchando unas cosas que tenía grabadas con él y me echaba a llorar, es de esas personas entrañables que se quedan contigo siempre.

-¿Es la misma persona el Pitingo que hay sobre el escenario y el Antonio Manuel de su casa?

-No, el Pitingo del escenario es el artista. Luego me convierto en la persona, en el bromista. Soy muy positivo, muy amigo de mis amigos y, sobre todo, muy protector de mi gente. A mis músicos los cuido mucho porque a veces veo cosas que no me gustan, que no se les trata igual. Si voy a un buen hotel van todos al mismo, y si viajan en furgoneta, vamos todos en furgoneta.