La detección de trazas de plutonio en cinco zonas diferentes de Fukushima ha sido un nuevo y lógico motivo de alarma, aunque no es necesariamente el resultado de la rotura de la vasija de un reactor. El material, un veneno radiactivo de vida perdurable, también puede proceder de las piscinas que acumulan los residuos o incluso se puede haber formado de forma natural a partir de otros isótopos expulsados en los procesos de venteo o aireación, como sugiere el experto Javier Dies.

La empresa Tepco, propietaria del complejo, no ha sido capaz de explicar el origen del plutonio, lo que ha contribuido a reforzar la hipótesis de que procede del maltrecho reactor 3. Esta unidad de Fukushima es la única que emplea como combustible el llamado Mox, una mezcla de óxidos de uranio y plutonio, por lo que parece lógico situar su origen allí. Si fuera así, las estructuras internas estarían rotas. Sin embargo, nada explica cómo han llegado hasta otros emplazamientos de Fukushima unos isótopos tan pesados como los del plutonio (Pu-239). El viento no puede ser el responsable.

El plutonio es un residuo que puede guardarse en lugar seguro o bien reciclarse para fabricar Mox. "En todas las centrales lo hay", insiste Dies. En cualquier caso, se han detectado unas dosis tan pequeñas que no se consideran peligrosas. Por ahora.