En una comparecencia inusual en la televisión nacional, el emperador Akihito hizo un llamamiento a sus ciudadanos para que mantengan la esperanza, se solidaricen con sus compatriotas damnificados y no entren en pánico por la alarma nuclear. Se trata del primer mensaje televisado de Akihito a la nación desde que asumió el trono, hace 22 años, lo que confirma que lo que ocurre en el país es grave y que todavía parece lejos de terminar.

"Nunca había sucedido en Japón un terremoto de nueve grados. No sabemos todavía el número de víctimas, pero rezo para que se salve el mayor número posible", expresó el emperador, quien subrayó su temor e inquietud por lo que pueda pasar en la central de Fukushima.

Los japoneses, que adoran a su emperador, se sintieron conmovidos por los sentimientos expresados por Akihito. Pero a la vez, dada la excepcionalidad del discurso real, muchos comenzaron a creer que lo peor del desastre puede realmente llegar en cualquier momento.

Ayer fue, además, la primera vez que un emperador de Japón dirige un mensaje por televisión. La primera vez que los japoneses escucharon la voz de su padre, Hirohito, fue cuando anunció por radio la rendición nipona al final de la segunda guerra mundial, en el año 1945.

Según la casa imperial, fueron Akihito y su esposa, Michiko, los que quisieron comunicarse con su pueblo en un mensaje televisado, dada la magnitud de la tragedia que vive Japón. El monarca elogió la respuesta ciudadana, calmada y contenida, que ha asombrado al mundo.

SERENIDAD "Se ha destacado que los japoneses no han perdido la serenidad ni tampoco el orden en esta situación excepcional. Deseo de corazón que todos permanezcamos unidos para animarnos y superar este momento preocupante", indicó el emperador.

Aunque hasta ahora no había expresado en público su dolor por la tragedia, la casa imperial había divulgado que Akihito y Michiko enviaron donaciones a las provincias más afectadas por el tsunami y que el palacio imperial se solidarizaba con los cortes de luz que sufren estos días la mayoría de los japoneses.

La residencia del palacio imperial de Tokio se ha sumado a los apagones de forma voluntaria durante dos horas al día, mientras que la anciana pareja de monarcas solo saldrá de la residencia para actos puntuales como recorrer algunas de las zonas devastadas por el seísmo.

Los japoneses afectados por el terremoto siguen más preocupados por rehacer sus vidas que por las noticias sobre las posibles fugas radiactivas. Pero para los del resto del país, sobre todo para los de Tokio, las inquietantes noticias les han hecho despertar recelos de un Gobierno al que consideran poco transparente en relación a la información que proporciona sobre la crisis.

En Tokio no se puede hablar aún de pánico generalizado, pero sus habitantes viven mirando el cielo y escudriñando los pro- nósticos meteorológicos para ver la dirección del viento.