Una pareja de madrileños fueron los primeros en entrar a las 11.30 del pasado lunes en el patio de recibo de Santa Marta 10. Algo para la pequeña-gran historia de los Patios. Aunque, bueno… por este recinto ya han pasado miles... decenas de miles. Generaciones y generaciones de acemileros, viajantes, proveedores, familiares de las monjas, artesanos, albañiles para remozar dependencias, nobles, plebeyos, clérigos, cofrades, menesterosos, donantes, oficiales, soldadesca… Y es que cinco siglos dan para mucho patio.

El caso es que el convento de la orden Jerónima de Santa Marta ha sido un regalo del Concurso de Patios del centenario que se ha hecho a sí mismo, incorporando un recinto que está datado en 1521 (efectivamente, hace justo cinco siglos, también de conmemoración) y de una tipología conocida en la Fiesta de los Patios pero hasta ahora inédita en competición: los patios conventuales.

Y antes que nada: ¿cómo es este ilustre novato formalmente? Pues la verdad, no se puede hablar de algo físico si no se entiende lo espiritual del recinto. Y patio, que distribuía la actividad y era el único contacto de la comunidad con el exterior en medio siglo, es una metáfora de los tres grandes preceptos de la orden jerónima plasmados tanto en noble piedra como en el popular pavimento de bolo: el estudio de las Escrituras en recogimiento (clausura), la liturgia (el rezo) y el hospedaje. Por eso, frente a la entrada está la iglesia que comenzó a construirse en 1470 hasta 1490 con el impresionante estilo Trastámara, precedida de la portada (1511) de Hernán Ruiz El Viejo, del Gótico Humanista que antecedía al Renacimiento. Y eso… para empezar.

Repasando fotos | Al fondo, enseres del siglo XIX.

Repasando fotos | Al fondo, enseres del siglo XIX. FRANCISCO GONZÁLEZ

A la izquierda está la entrada en sí al convento, ya el más antiguo de Córdoba de clausura, con una habitación incorporada donde con el torno se servía (imagínense y pónganse en la época) la cazuela caliente para los alojados. Precisamente, la tercera función de la orden, la del hospedaje, es la que queda plasmada por la tercera puerta del patio de recibo, al este, que daba acceso a los alojamientos. Por cierto, aún lo hace, ya que la hospedería con cuatro habitaciones está plenamente operativa y es muy cuqui. Los otros seis patios del convento están, nunca mejor dicho, bajo clausura, aunque las hermanas han sacado al patio de recibo una colección de bandejas del siglo XIX y enseres de época más que notables.

Así lo ha presentado, junto a la comunidad encabezada por la incansable sor Fátima a sus 93 años, la hermandad de la Misericordia, una cofradía que cumple con su compromiso de ayudar a su hermano, ya que a fin de cuentas hermana de honor es la propia congregación de Santa Marta después de que acogiera durante años a los titulares de la cofradía mientras San Pedro estaba en obras.

Con mascarilla | Dos visitantes del recinto.

Con mascarilla | Dos visitantes del recinto. FRANCISCO GONZÁLEZ

En resumen: un patio único que nos acerca a los recintos conventuales, una tipología inédita en competición pero complementaria y ya imprescindible para comprender la Fiesta de los Patios, aunque también es cierto que la incorporación de este valioso patio al concurso, en detrimento de otros ya consolidados en el certamen, ha generado polémica. En este debate (a veces demasiado agrio en redes sociales) la hermandad de la Misericordia ni entra ni sale. Solo se ha limitado a cumplir las bases del concurso, argumenta.

Otros fijan sus críticas en aspectos como la incongruencia de limitar solo a 50 participantes el cupo del concurso, más aún este año al celebrarse el centenario y en un año covid-19, donde es más necesario contar con más recintos a visitar para minimizar las aglomeraciones. En tercer lugar estarían partidarios de soluciones salomónicas e imaginativas, como crear una tercera categoría en el certamen junto a la de Arquitectura Moderna y Arquitectura Antigua: la de patios institucionales en concurso, para colectivos con recintos históricos.

Pero no esperen que se llegue pronto a un final del debate. Hasta 1971, medio siglo del primer Concurso de Patios, no hubo una norma que prohibiera algo tan ilógico como el uso en los patios de flores de papel y plástico. Así que el encaje final de esta nueva modalidad de patio conventual en el concurso (que no en la Fiesta de los Patios en sí, donde ya es un recinto imprescindible) no esperen que sea cosa de un día.