Opinión | carta ilustrada

David Galán de Dios

Tristeza e impotencia

Córdoba

Mañana lluviosa la de este 19 de enero. Hoy me he despertado temprano, aún con una mala sensación en el cuerpo, sensación de tristeza, de impotencia. Ayer me trasladaron la noticia de que no podía seguir siendo costalero de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza Coronada.

Triste porque me dejan sin ser tus pies después de 22 años paseándote por Córdoba cada Miércoles Santo. Triste por la manera de dejar de serlo. Ahora soy muy alto para esta cuadrilla.

También dejan de serlo otros hermanos, personas que como yo llevan muchísimos años debajo de estas trabajaderas dejándoselo todo. Hermanos de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza, requisito que ahora desaparece, qué casualidad.

He vivido muchas cosas debajo, hemos disfrutado, hemos sufrido, hemos llorado. Me llevo muchos amigos de ahí, gente de corazón con la que seguro seguiré compartiendo mucho. Pude disfrutar de una institución en la Semana Santa de Córdoba como fue y será Rafael Muñoz Serrano, también por supuesto su hijo, junto a mi gran amigo Manolo Orozco y resto de capataces que han estado ahí delante.

Llevo mucho tiempo viviendo dentro de lo que es el mundo cofrade, tanto en la hermandad de La Paz como en otras hermandades y también llevo tiempo cada vez más desilusionado y triste por lo que se mueve en este mundo, desde las juntas de gobierno hasta capataces, como incluso a veces hermanos. Es un mundo ególatra y donde abunda la soberbia, el concepto de hermandad para algunos no existe, sólo van a engrandecerse y tener un nombre. Hay mucha gente que en la vida real no son nadie y necesitan de este mundo para empoderarse y a veces tratar a la gente con la punta del pie o hacer suyo lo que es de todos. En fin, cuando pasa el tiempo y vas madurando, vas poniendo cada cosa en su lugar y ves lo que realmente vale la pena en la vida.

Espero algún día poder despedirme de otra manera.