Opinión | Al paso

El Lucano

Yo soy de la Fuensanta. Por tanto, hoy sé de qué hablo. Recuerdo perfectamente la ilusión que en los setenta portaba este nuevo barrio que eran huertas como las que hay ahora por el Camino Carbonell y donde yo de chico pasaba el Puente de los Diablos (hoy puente de la Autovía) para ver qué había más allá, y había una huerta a la izquierda donde una señora me daba agua de un profundo pozo. La veintena de nenes, después de saciar nuestra sed, seguíamos explorando más adelante hasta dar con los laguillos de las canteras del Arenal, donde íbamos a bañarnos. También recuerdo arrepentido cómo cruzábamos el semáforo de la Avenida de Libia y entrábamos en la Avenida Barcelona, que era mucho más cosmopolita. Había un quiosco de revistas donde los chavales de esa zona compraban estampas de fútbol con un dinero que no teníamos los niños de la Fuensanta. ¿Tienes el fichaje número tal para cambiarlo? Esos chicos más educaditos sacaban el taco de estampas para mirar y entonces les decíamos: «déjame que lo mire yo» y se lo quitábamos y salíamos corriendo para la Fuensanta. Mi barrio fue reubicado, fundamentalmente con familias de las portátiles de Cantarranas y Margaritas. Gente de las capas sociales más humildes que por fin tenían un techo digno. La oficina que gestionaba estas viviendas y que yo cada dos por tres rompía el cristal de su ventana jugando a la pelota, estaba en Núñez de Balboa 3, donde hoy está la óptica de Paco, un profesional de la visión que tantos años ha visto pasar por la puerta de la ortopedia y que también me veía a mi pasar con todas las novias que tuve. Los ochenta, en la Fuensanta, fueron a dos velocidades: una buena pues el barrio se llenó de institutos a rebosar de juventud, y otra mala, pues una parte de esa juventud murió víctima de la heroína y el sida. También eran conflictivos los Tubos, la calle Ceuta, y los pisos de enfrente de la piscina Fuensanta, precisamente donde está el colegio Lucano. En cambio, la zona de la piscina Santuario iba bien y toda esa región del barrio, en los noventa, se hartó de formar a profesionales liberales. Por eso les digo que a mí no me cuenten nada de la Fuensanta. Yo estaba en el colegio Alcalde Jiménez Ruiz, pero todos mis primos estaban en el Lucano. Que tampoco me cuenten nada del Lucano. Pero si el Alcalde Jiménez Ruiz sigue en su cruzada por conseguir profesionales para el futuro, el Colegio Lucano se jubiló después de tantos años de lucha por educar, a pesar de que cuenta con sus instalaciones intactas para cualquier otra labor social. Por lo visto, el Ayuntamiento quiso reconvertirlo en un lugar para personas sin hogar. Y según he leído, los propios vecinos se opusieron. Si eso es verdad, es muy triste porque parece que ya no nos acordamos de dónde venimos ni de quiénes somos y lo que es más importante, de cómo éramos: gente hecha a todo a la que no se nos caen los anillos y no nos asustamos de nada. Es decir, nos oponemos porque suponemos que la gente necesitada es gente conflictiva. Eso no es así. Hay dos tipos de delincuencia: la profesional y la de supervivencia. Y no tienen nada que ver una con la otra. La delincuencia de supervivencia desaparece cuando se consiguen las cosas. Como nos pasó a todos aquellos vecinos de los setenta cuando tuvimos un techo digno que, por otra parte, y por si a alguien se le ha olvidado, les recuerdo que nos los regaló el Ministerio de la Vivienda y no el sudor de nuestra frente. Por tanto, no deberíamos tener reticencia a que personas sin hogar tengan hogar porque eso será la medida estrella para su inclusión social. Y por eso, estas personas, muy al contrario de ser conflictivas, cuidarán su entorno, agradecidas más que nadie. Eso es así. No hay que tener miedo. Y estos que protestan para que no se destine el edificio a dar techo al necesitado, protagonizan una reivindicación tan decepcionante e injusta como sería la de obligar a nuestros hijos, que ya nacieron en pisos dignos de la Fuensanta, a volver a vivir en aquellas pequeñas casitas portátiles de Cantarranas con el techo de uralita.

** Abogado

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