Opinión | Tribuna abierta

Moneda corriente

En el mundo hay muchos desafíos, cuando no es uno es otro, para los que necesitamos alianzas

En el poder desde 1999, con 71 años, lo tiene todo preparado para revalidarse en su puesto en las elecciones del 15 al 17 de marzo. La eufemística «operación especial militar», la prohibición de llamarla «guerra»y el veto de desear «la paz»le conducen a la victoria electoral en su Rusia invencible. Frente a su «zarismo» solo una voz se mantiene en pie, la de Biden, calificándolo, recientemente, de «loco hijo de puta». Pero, dominando la situación, el Kremlin le responde que se comporta como un vaquero, y Putin le ironiza prefiriéndole a él, frente a Trump, en la Casablanca.

Puede que esta ironía esté envenenada. Vladimir, aunque en pasadas elecciones permitía el pluralismo de candidatos liberales compitiendo con él, esta vez pretende estar solo y conseguir así que un alto porcentaje de voto apruebe su política de guerra. Ya que, sobre este asunto, la sensibilidad humana dentro de su país no lo está poniendo fácil. Sin embargo, Biden está siendo obstaculizado en el Congreso por el Partido Republicano. Así persiste el bloqueo de un nuevo paquete de ayudas a Ucrania en la lucha por su libertad. Y al espectro de Trump, camino de una posible nueva presidencia en noviembre, se le ve reflexionando sobre la retirada de Washington en su apoyo al mundo occidental.

Avdiïvka, símbolo de esa lucha por la libertad, podría no haberse perdido. Y en Gaza, escenario de destrucción por la lucha entre la invisibilidad de Hamás y la ceguedad de Netanyahu, la tragedia humana que aún continúa se podría haber evitado. Es el fracaso en la presión de occidente y de la comunidad internacional para el cese el fuego en ambos lados. Y más aún cuando nada se ignora. Para haber llegado sin previsión a una fecha delicada, el comienzo, ayer, del mes del Ramadán.

El alto el fuego es imprescindible, según la ONU, para que Gaza pueda tener la ayuda humanitaria que necesita. El ejército israelí no debe de llevar a cabo una ofensiva en Rafah, según EEUU. Sin embargo, el sentimiento común entre palestinos e israelís de que los 134 rehenes restantes, capturados por Hamás, queden liberados, simboliza el camino de resolución humana a la guerra. Esos frágiles lazos de identidad e historia que permanecen entre palestinos e israelíes, a pesar de la invisibilidad y ceguedad destructivas, son los latidos para la resolución del conflicto y la convivencia de dos voces: la del Estado palestino sin Hamás y la del Estado israelí con un líder político pragmático.

Al mismo tiempo moviendo ficha en el tablero geopolítico de Oriente Medio. Con el apoyo de Washington ahora que está Biden. Y con el acuerdo de un pacto de defensa con Arabia Saudí, donde los saudíes establezcan lazos diplomáticos con Israel, e Israel reconozca la categoría de Estado a Palestina. Constituyendo todos un frente común contra Hamas en Gaza, Hezbollah en Líbano y Hutíes en Yemen.

Es moneda corriente el mundo tan vulnerable en el que vivimos. Son muchos desafíos, cuando no es uno es otro, para los que necesitamos alianzas.

*Cronista

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