Opinión | Colaboración

Feminismos en el 8M

Mary Nash y Susanna Talavera definen el feminismo como un movimiento social, como una de las manifestaciones históricas más significativas de la lucha de las mujeres por sus derechos. Una revolución silenciosa en el siglo XX. Se puede y ser debe ser hombre y feminista como lo fue el filósofo John Stuart Mill, en colaboración con su mujer, Harriet Taylor.

Desde una perspectiva masculina, la aproximación al feminismo ha de hacerse desde el respeto y la corresponsabilidad.

Son muchas las mujeres que piensan y sienten que todavía no han logrado la igualdad real con los hombres en muchos ámbitos de la vida.

Para una autoafirmación plena tienen, aún hoy, enormes dificultades para lograr una autonomía personal que pasa por una independencia económica que impida su vulnerabilidad y su dominio por parte de los varones.

El feminismo es en el nuevo Milenio, uno de los motores de la Humanidad. Fue un hijo no querido de la Ilustración. Cuando Mary Wollstonecraft escribió su célebre ‘Vindicación de los derechos de las mujeres’ en el contexto histórico de la Revolución Francesa, se oponía con todas sus fuerza a la condena de las mujeres que sólo podían dedicarse a procrear y a estar al cuidado de sus vástagos.

El ilustrado J.J. Rousseau en ‘La nueva Eloísa’ y la crítica de Ibsen en su ‘Casa de muñecas’ teatral cometieron un grave error de percepción persuadidos de la «superioridad natural» de los hombres sobre las mujeres, suponiendo que el dominio masculino sería beneficioso para ellas.

Por el contrario, la libertad republicanista entendida como «no domimación» es fiel aliada del feminismo.

Con las revoluciones culturales de finales de los años 80, de París en Europa a Berkeley en California, emergió como movimiento socio político abogando por un «feminismo de la igualdad» que es como ha de entenderse. A lo largo de las siguientes décadas se transformó en un «feminismo institucional» o de Estado que hizo posible el Instituto de la Mujer y un Ministerio de la Igualdad.

El feminismo de la igualdad debe ir acompañado de un «feminismo de la diferencia», que son complementarios conformando una unidad.

La igualdad en el ámbito económico laboral sin renunciar a la diferencia de las mujeres respecto a los hombres, como la específica de la maternidad.

Si las mujeres que se han incorporado de manera masiva al mundo laboral tienen que hacer compatible su dedicación profesional con sus tareas de cuidado de los hijos: muchas empresas de ámbito privado relegan a las mujeres durante los embarazos, siendo relegadas.

Es el Estado quien debe proteger en las leyes estas diferencias. Las mujeres no tienen que optar por tener hijos y su desarrollo profesional, porque ambos aspectos deben ser compatibles.

El siglo XXl será feminista o no será. El feminismo no es ninguna moda, sino una manera de entender el mundo, una «nueva Civilización» en palabras de Amelia Valcárcel, con lo que estamos de acuerdo.

Por consiguiente, un feminismo de la igualdad y de la diferencia.

*Profesor

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