Opinión | Ir de propio

Si abriéramos gente, encontraríamos paisajes

Afirman los expertos que para gozar de buena salud mental hay que contar con tres pilares: haber crecido en un entorno familiar sano y funcional, tener estabilidad laboral, y vínculos afectivos positivos y sanos. Lo primero quizás no es tan fácil cambiarlo, cada día agradezco la suerte que tuve con la familia en la que crecí. Las otras dos cosas también dependen en parte de la suerte, aunque aquí tenemos más capacidad de acción. La palabra no es muy poderosa.

Nunca se ha hablado tanto de la salud mental como en estos tiempos. Sin duda era algo necesario. Estamos perdiendo el miedo a visibilizarlo y eso es muy importante. Es difícil no conocer a alguien que no haya sufrido ansiedad o depresión, por nombrar dos de los trastornos más habituales. Pero humildemente creo que no estamos poniendo el foco en lo que importa. Conseguir ansiolíticos es relativamente fácil y barato. Adolescentes y jóvenes entre 16 y 30 años están recurriendo a la viagra comprada en el mercado negro sin receta por miedo a fallar en sus relaciones sexuales. Las redes están llenas de contenido creado por gente que no es profesional, pero ojo, también de profesionales que venden la solución sin poner el enfoque en el problema. A esto le sumamos que estamos convirtiendo la salud en un problema únicamente sanitario, olvidando el aspecto social y político. La salud mental es básica para el buen funcionamiento social y tiene que estar presente en todos los espacios relacionales. ¿Qué ocurre hasta que llegamos a la consulta de un especialista en salud mental? Somos capaces de poner nombre a lo que nos ocurre, pero enseguida lo identificamos con la enfermedad. Quizás no nos paramos a pensar que tenemos un entorno laboral asfixiante, o que nos exige más de lo que podemos dar. O no nos paramos a pensar que la soledad está en la base de la enfermedad mental. Y de la salud. Pero la soledad extrema no es, siquiera, la falta de presencia del otro. Es ausencia de uno mismo. El pavor de no encontrarnos dentro de nosotros mismos. Y creo que aquí el trabajo es responsabilidad de todos. Configurar una vida más justa, más plena, más comunitaria. Toda persona necesita de alguien con quien contar, con quien contarse, es decir, incluirse. Porque los otros, nos interpelan.

Decía la cineasta Agnès Varda en su última película que incluso lo más sencillo puede volverse especial si lo miras con atención y provocar ideas y emociones de peso. Y que el cine, al igual que la vida, es una experiencia individual y colectiva.

* Bibliotecaria y escritora

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