Opinión | HISTORIA EN EL TIEMPO

La frustración política en España (6)

A la par que decaía la vocación política de Alzaga, más reclamado era por su actividad profesional

En los comienzos mismos de la Transición, cuando se produjera con caracteres resaltados la aparición de O. Alzaga en el primer plano de la de la actividad pública española, su currículo no podía ser más envidiable en facetas decisivas para un futuro gobernante de personalidad muy sugestiva y prometedora. Intelectual y académicamente bien pertrechado --cátedra; publicaciones múltiples en diversos horizontes del Derecho y la reflexión histórica; vínculos crecientemente estrechos con las grandes corporaciones financieras y mediáticas de la nación; relaciones bien amistadas con los círculos democristianos de Italia e Hispanoamérica--, no fue por entonces sorprendente que idease la creación de un partido en mucho semejante al que centrase su investigación en la tesis de doctorado acerca del Partido Social Popular, fundado en vísperas de la Dictadura, en 1922, en pos en gran medida del reciente y atractivo Partido Popolare de D. Luigi Stturzo, y designado como Partido Demócrata Popular. Casi sin solución de continuidad el líder del conservadurismo hispano, Manuel Fraga Iribarne, propugnaba la fundación de «La Gran Derecha Española», en la que se integraría a poco la fuerza de Alzaga dentro de la denominada «Coalición Popular».

El eco y prestigio de la figura del joven líder democristiano alcanzaron su fastigio en la opinión pública al rechazar en tres ocasiones sendas propuestas ministeriales del fugaz dirigente de Unión del Centro Democrático, el ingeniero galaico Leopoldo Calvo-Sotelo. Con un alto protagonismo en lo estadios iniciales de Alianza Popular y el conservadurismo moderado de grandes adherencias en la ya muy consolidada Unión Europea, el escenario bruselense ocupó un lugar de honor en el pensamiento y la acción de un Alzaga cada vez más decaído en su vocación política al tiempo que crecientemente reclamado por su actividad profesional en un despacho de abogados madrileño de notable reputación y ligámenes muy fuertes con empresas y bancos del máximo nivel. Ingresado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, sus contactos con el mundo del Arte se fortalecieron sumamente. A título individual su labor altruista y de gran mecenazgo --donaciones muy sobresalientes al Prado y a varios museos sevillanos, malagueños y vascos-- son ciertamente prueba de un comportamiento cívico y hasta patriótico merecedores del más sincero aplauso. Cortado ya por completo todo lazo con la actividad pública, su dinámica e intensa trayectoria en las esferas de la política, concluida con la postración más lacerante, constituye un ejemplo incomparable de la frustración gobernante en versión hispana, sin duda, una de las más excruciantes.

** Catedrático

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