Opinión | hoy

Nuestra tragedia

«Esos que quieren la independencia saben que, a poco que la tengan, se enredarán en su propia guerra civil»

Me preguntas una y otra vez por qué no le damos la independencia a estos zánganos que zumban y zumban sobre este corral en que convertimos España; por qué no los enfrentamos consigo mismos, entre los que desean convivir con el resto de España y los que juegan al perverso egoísmo de lucrarse; por qué no los lanzamos a que resuelvan con su propia guerra civil el problema de convivir entre ellos, y que se nos presenten a los demás con lo que de verdad quieren, si es que en realidad saben lo que quieren para sí mismos y para todos en esa comunidad histórica que dicen ser. Y yo, una y otra vez, te respondo: pues porque si votamos su independencia, los demás caeríamos en lo que nos hicieron caer durante la Transición, cuando se inventaron esa violencia de todo nacionalismo: que son especiales, que ellos plato aparte, como si cada región y hasta cada aldea no fuese una comunidad histórica. Lograron, para su beneficio, envenenarnos con su pantomima nacionalista. Y así, debido a nuestra secular incultura histórica, todos caímos en esta farsa de las autonomías, cuya realidad es que cada vez nos tenemos más separados y hasta más enfrentados, sabiendo menos qué es lo que somos y cómo convivir juntos. Cada nación madura ha sufrido sus avatares históricos hasta conseguir su peculiar consenso de convivencia. Pensemos en Francia, el Reino Unido, Alemania, Italia, Suiza, Estados Unidos... Pero todas tienen un denominador común: la patria. Esto para ellas es intocable. Cuando algún problema puede llegar a afectar esa vida común, paran la confrontación. Nosotros no; nosotros vivimos con el afán de construir una y otra vez la casa que nos cobija para enseguida buscar el placer de destruirla. Y así, nos hemos metido en esta trágica espiral que nos lleva siempre al atraso, al agotamiento, a la infelicidad, al sufrimiento; al odio provocado por el revisionismo revanchista. Esos que quieren la independencia saben que a poco que la tengan, se enredarán en su propia guerra civil. Porque el resultado consiste en destruirnos, en seguir siendo este perverso pueblo de bobos adolescentes, que siempre necesita a alguien, fuera o dentro de sí mismo, para que lo administre: o bien al dictador de turno; o bien, alguien de fuera, que nos salve de este infantilismo genético.

*Escritor

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