Opinión | no me digas

Unión Europea, Gran Hermano

La UE va camino de convertirse en el Gran Hermano, la dictadura perfecta. El ente que no está al servicio del pueblo al que representa, sino que se erige en el sumo poder que quiere regular las vidas públicas y privadas de los ciudadanos en todas sus vertientes, olvidando que las democracias liberales que siempre inspiraron la unidad política y (antes) económica en el continente, buscaban gestionar la solución a los problemas de los ciudadanos: menos Estado y más libertad individual, menos dirigismo, o teledirigismo e imposiciones, y más derechos e iniciativa ciudadanos. Para el alocado fin que parece haberse impuesto a través de la Agenda 2030, la UE está mostrando una especial predilección por una parcela que se revela perfectamente adecuada para sus fines, ya que afecta a toda la población y le permite inmiscuirse fácilmente en las vidas privadas a través de ella: el automóvil, la libertad de movimiento y las relaciones, con la excusa de protegernos y proteger el planeta. No es broma, ya se han empezado a conocer los primeros puntos del decálogo de la diosa Bruselas: No se van a permitir reparaciones de aquellos automóviles que no sean los que ella imponga; los automóviles estarán obligados en el futuro a llevar una cámara interior enfocada siempre al rostro del conductor con el pretexto de detectar su cansancio; habrá obligación de utilizar balizas de seguridad con un chip que emita nuestra posición (de momento sólo en caso de accidente, una perfecta coartada para ampliarlo más tarde a cualquier situación), y así, poco a poco, se irá completando el decálogo. No en vano, desde no hace tanto, los especialistas en ingeniería social, siempre por nuestro bien, ya están experimentando con un urbanismo ideal que nos permita tener todo lo necesario a sólo quince minutos de nuestra casa. ¿Para qué entonces coches con más autonomía? Es el argumento perfecto. No descartemos que, en breve, Netflix nos presentará en sus series las ventajas de esta nueva dictadura, que tragaremos encantados, edulcoradas con las habituales dosis de corrección política. Por estos resquicios se irán colando nuevas ataduras. No nos quepa duda.

* Escritor | @ADiazVillasenor

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