Opinión | EL TRIÁNGULO

Perrea, ‘crack’ tóxico

Chundachunda, perreo, crack y criptonita. Pensarán que hemos vuelto a los 90 o incluso antes, pero les saco rápido de su error: son algunas de las 4.381 novedades que acaba de introducir la RAE en el diccionario entre nuevos términos, nuevas acepciones, enmiendas... También machirulo, sinhogarismo, tóxico, pixelar, big data, banner, cookie... Resulta curiosa la convivencia de todos estos conceptos en el referente terminológico de la lengua española en el mundo. Siempre sorprende la selección: por premura o por justamente lo contrario. El debate mismo de incluir o no determinadas palabras retrasa tanto el proceso de normalización que a menudo acaban quedándose obsoletas nada más entrar y, al contrario, en ocasiones parece precipitarse por regular la utilización de un vocablo que solo emplean unos pocos. Véase chundachunda en el primer caso, dudo de que alguien de menos de 30 años la utilice para referirse a la música machacona. No hay polémica con todas las referencias seleccionadas para incorporarse al diccionario de la RAE. Por ejemplo, machirulo ya forma parte de todos los vocabularios para atribuirle a un hombre la cualidad de machista; o la palabra tóxica para definir una relación entre dos personas nada saludable. La realidad de la diversidad sexual también se incluye este año mediante el término disforia de género (angustia o malestar en una persona causados por la falta de correspondencia entre su sexo biológico y su identidad de género) o sexting (envío o intercambio de imágenes o mensajes de texto con contenido sexual explícito a través de un dispositivo electrónico). Cosas más frívolas como colines, picos, palitos, palitroques o regañás pueden utilizarse ya igualmente certificados oficialmente por la RAE. Con esta nueva colección de palabras queda clara la intención de la Academia y su esfuerzo por abarcar todos los campos de la vida que, por controvertidos que resulten, merecen refrescarse terminológicamente. Todos sabemos de la importancia de llamar cada cosa por su nombre. Resulta evidente que también intenta equilibrar la forma de expresarse de adultos y jóvenes para reducir la distancia intergeneracional que les aleja. Es complicado acertar con todos, pero para eso está la opción de eliminar palabras cuando caen en desuso. Por cierto, podría hacerlo ya mismo con amigovio, que todavía no he escuchado a nadie utilizarla para referirse a una persona que mantiene con otra una relación de menor compromiso formal que un noviazgo; para eso hay otro término poco políticamente correcto. Sé que saben a cuál me refiero. No me hagan ser malsonante hasta que la RAE no respalde mis expresiones dándolas por buenas para la lengua española.

* Periodista

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