Opinión | PASO A PASO

Política y realidad

Siempre me ha admirado la relación que los ciudadanos de los pueblos, y no digamos de los pequeños, tienen con sus alcaldes y alcaldesas. He tenido el honor de conocer a algunos, y las siglas de los partidos políticos se desdibujan en esa reciprocidad entre el pueblo y su prioste. Todo huele a ese perfume dulce del compromiso. Ese que tiene que ver con la realidad de los ciudadanos susceptible de ser mejorada a través de programas políticos de progreso. Entendiendo éste no como un concepto ya manoseado de partidismo, sino como el desarrollo continuo, gradual y generalizado de una sociedad en los aspectos económico, social, moral, científico, cultural, etc. En los pueblos, en muchos de ellos este concepto es una realidad. O dicho de otra manera, la política y sus soluciones y la realidad y sus problemas van de la mano. Es obvio, que no es de extrañar que como viene siendo una costumbre en los pueblos se vota a la persona y no tanto a las siglas políticas. Pues bien, estos laboratorios de democracia bien entendida como decimos en clave de progreso no se ha venido dando tanto en las políticas nacionales y hasta autonómicas.

No hemos de extrañarnos que España caiga en el reciente índice de corrupción de Transparencia Internacional hasta niveles de Botsuana y Cabo Verde. Nuestro país ha caído un puesto en 2022, y se sitúa en la posición número 35 de 180 países analizados. Esto sólo es una de las caras de ese incierto poliedro que es la esquizofrenia política que se ha instalado en demasiados políticos patrios, y que establece esa divergencia social, ya endémica entre los problemas de la sociedad y sus soluciones políticas. No es de extrañas que en estas circunstancias el gusano del populismo esté royendo lentamente los cimientos de nuestra democracia.

** Mediador y coach

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