Opinión | economía con toque

La ministra de Trabajo

De su vida profesional sé poco, excepto que lleva en política desde 2007

Al ser el primer artículo del 2023, teóricamente lo suyo es hacer una reflexión sobre lo que va a venir en materia económica, no obstante, como creo que no va a ser demasiado positiva, voy a hacer una reflexión sobre una cuestión que el otro día me sorprendió. Normalmente, no doy mi opinión ni en materia política ni económica en conversaciones habituales, ni con familia ni con amigos ni con compañeros de trabajo; de modo que simplemente escucho las opiniones de los demás que, obviamente, suelen ser diversas. Pues bien, en una de estas conversaciones sin transcendencia y distendidas dos personas me mostraron su admiración por la ministra de Trabajo y Economía Social, doña Yolanda Díaz. Mi sorpresa vino porque yo no tengo precisamente una buena opinión de ella, pero al ver el fervor que despierta en algunas personas me planteé que era yo la que podía estar sesgada por mis ideas con cierto fundamento liberal y siempre es bueno replantearse cuestiones, y eso es lo que he hecho.

De su vida profesional sé poco, excepto que lleva en política desde 2007, y realmente creo que esto no importa si ejerce su función pública de manera óptima. El cargo en el Ministerio de Trabajo lo ostenta desde el 2020. Según las estadísticas oficiales anuales del INE, en el 2019 hubo 3,24 millones de personas desempleadas, dos años después el número se situó en 3,42, y este año en el tercer trimestre (aún no hay disponibles más datos) aparecen 2,98 millones. En principio, este es muy buen dato, vamos a profundizar en él. Si hablamos de paro registrado, según el informe de Fedea, BBVA Research y el Instituto EY-Sagardoy, al paro de octubre que alcanzó los 2,91 millones de personas habría que sumarle 400.000 individuos que están en ERTE y en épocas de inactividad como fijos discontinuos. Además, en el año 2019, hubo 3,22 asalariados trabajando en el sector público, dos años después 3,44 millones, y en el 2022 (tercer trimestre) 3,50. Por tanto, hay unos 284.000 empleos públicos más en tres años. Y sinceramente nada de esto me parecen buenas noticias.

Si se analiza la reforma laboral llevada a cabo por la Sra. Yolanda Díaz (que ya comenté en su momento), y aunque es pronto para valorar, lo que se ha visto es que aproximadamente un 40% de los contratos indefinidos creados son parciales y fijos discontinuos. Por tanto, parece que los cambios en las figuras contractuales están llevando igualmente a precariedad, concentrada especialmente en mujeres quienes firman más de un 60% de los mismos, según la consultora Tomarial. Estos también indican que han aumentado las bajas de la Seguridad Social por parte de la empresa en un 687% dentro del periodo de prueba y en un 226% los despidos para los contratos indefinidos. Mientras que en el informe previamente mencionado, se dice que si bien los salarios pactados en los convenios colectivos aumentaron, viéndose incrementadas las remuneraciones por puesto de trabajo asalariado equivalente a tiempo completo en un 2,8%, esto no ha sido suficiente para compensar la pérdida de poder adquisitivo debida a la elevada inflación, sin que además se vea incrementada la productividad que sigue estando en niveles prepandemia. Que aumenten salarios sin aumentos de productividad ya se comprobó en España, durante la crisis de 2008, como lleva a despidos masivos en cuanto hay una reducción de demanda. Algo que tampoco me parecen buenas noticias.

Otro tema estrella de la ministra fue el aumento del Salario Mínimo Interprofesional. Lo primero que conlleva es un aumento encubierto de impuestos, ya que las cotizaciones sociales son un porcentaje sobre el salario y si este aumenta, simplemente hay que pagar más tanto la empresa como el trabajador. Con las subidas acumuladas hasta 2020 se calculó que los costes laborales se incrementaron en casi un 30%, lo que trajo más dificultades para contratar y un aumento de la economía sumergida... Eso sí, también hay que tener en cuenta que el salario real (lo que podemos comprar) no ha aumentado e incluso se empieza a decir que ha disminuido por el efecto de la inflación y que por tanto no ha sido para tanto.

Si a todo esto se le une que esta ministra estaba sentada en el Consejo de Ministros que aprobó lo que en la práctica resulta una rebaja de penas a los violadores con la ley del ‘solo sí es sí’, a los políticos sediciosos que atenten contra el orden democrático o a los políticos corruptos que malversen fondos públicos, y que además ha apoyado dictaduras como la venezolana e incluso a la corrupta Cristina Fernández de Kirchner, o que vive en el piso oficial más grande de todo el Gobierno pagado por nuestros impuestos y que solo ha salido a la luz cuando la ha obligado Transparencia, yo realmente sigo sin ver nada que admirar en ella. No sé, supongo que soy rara o apolítica.

*Profesora de Economía Universidad de Córdoba

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