Diario Córdoba

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María Olmo

la rueda

María Olmo

De Serrat a Meloni en una sola noche

Recaló por fin en Córdoba Joan Manuel Serrat en su muy larga gira de despedida y los afortunados que pudimos asistir pasamos unas horas inundados de honradez, de coherencia, de calidad, de emoción, de belleza. Un antidoto eficaz para las deprimentes noches de domingo. Frente a los enamorados del chico de Poble-Sec (junto a mí, un caballero iba desgranando para sí todas las letras, y eso que Serrat cantó más de veinte canciones) la que suscribe no acudía con especial entusiasmo. Eso sí, desde el respeto inmenso al cantautor y con la curiosidad de ver cómo resolvía el concierto, que despedirse no es cosa fácil y son varios los intérpretes y grupos que han apostado estos años por las giras de despedida para garantizarse la jubilación, cosa que parece razonable.

Llegó el Nano vestido con guayabera y enseguida demostró que hay motivos bien fundamentados para respetarle, admirarle y quererle. Iba entrelazando de comentarios sus canciones, explicando el origen de algunas, refiriéndose al contexto de otras, bromeando, respondiendo en alguna ocasión al público, rodeado de músicos excelentes y rindiendo a un teatro de la Axerquía hasta la bandera. Los aplausos en pie empezaron desde que salió al escenario, y se marchó con los casi cuatro mil asistentes aplaudiendo en pie, después de unos bises de regalo. A las doce de la noche, al llegar a casa llena de bienestar, las noticias ya daban por afianzada la victoria de Giorgia Meloni en Italia, y el trasfondo de las recién escuchadas ‘Para la libertad’, ‘Algo personal’ o las ‘Nanas de la cebolla’ de Miguel Hernández -que arrancó lágrimas al respetable- se contaminó con el recuerdo de los gritos de la futura primera ministra italiana cuando estuvo en Marbella, con su discurso excluyente en el que solo hay una manera de ser buen patriota, buen ciudadano, buena familia, buen emigrante.

Parece que la ciudadanía, harta de los políticos divididos y a lo suyo, empieza a tirar en varios países europeos hacia estas fuerzas radicales de extrema derecha que a la postre vienen a comportarse con el mismo egoísmo e indiferencia hacia el ciudadano, pero limitando en lo posible la democracia y dificultando la convivencia, como se está viendo en Hungría. ¿Es esto lo que le espera a España? Dudo mucho que la gente viva su vida personal o social con tanta intolerancia, si bien la izquierda a la izquierda del PSOE se encarga también de freírle los nervios al personal. ¿Acción-reacción o es que Europa está repitiendo el siglo XX?

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