Eduardo Camacho Vasconi, que fue un gran amigo mío y al que recuerdo con orgullo por su generosidad y no menos ingenio, insistía, cuando salía el tema de la muerte, en que todos somos premuertos. ¡Que verdad tan simple para conformar a los tontos, casi todos, ya que nadie escapa! Eduardo Camacho, escaso para él mismo y derrochador para los demás, era y ejercía como maestro y, también a veces, como veterinario, por el título que consiguió brillantemente con anterioridad al de docente. También contaba, cuando cabía el comentario, que es muy delicioso el pecado. A continuación y casi siempre, añadía que lo repetía por haberlo dicho su profesor, el conocido y prestigioso don Rafael Castejón. Arqueólogo, académico y, quizá, brillante librepensador.

Por lo visto, sucedió en una comida de homenaje a algún profesor. Surgió el tema de unas excavaciones en las que intervenía don Rafael. Hablaban del descubrimiento de unas vasijas de barro con claros vestigios de haber servido para conservar vino. Quizá con algún resto líquido en sus fondos. Recipientes árabes, eso sí. Enseguida surgió un erudito de tres al cuarto o no tanto. «¿Vino? ¡Los árabes no bebían alcohol!». Don Rafael Castejón intervino para exclamar con calma: «¡Es tan delicioso el pecado...!».

Ahora pienso yo, si el lector lo permite: Ahí está el quid de las religiones, de todas ellas, en la prohibición para encontrar la delicia en el pecado, en contravenir lo que tratan de evitar. También está la grandeza de perdonar y dar importancia a lo que quizá sea natural o no la tenga. Ahora tenemos grandes prohibiciones y peores pecados: de egoísmos y estupideces, no a la mascarilla, a salir de fiesta y ponernos borrachos de alcohol y abrazos... Lo que hemos hecho siempre cuando fuimos jóvenes y buscamos el pecado por simple curiosidad hasta comprender que no es para tanto. Se niega porque constituye el tabú, el peligro, el pecado. Un verdadero pecado de atentar contra los demás, contra lo más valioso que los demás tienen.

Eduardo, amigo mío, estamos de acuerdo con don Rafael Castejón, con las iglesias, con las autoridades que nos mandan o aconsejan: ¡La delicia está con saltarnos el mandamiento! Lo demás lo hacen todos y son simples rutinas. El Planeta es plano y las vacunas son elementos para espiarnos y conducirnos ¡A bailar en el fiestón de lo prohibido! ¿O es que somos tontos?

* Profesor