Diario Córdoba

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Luis Mendoza Pantión

COLABORACIÓN

Luis Mendoza Pantión

Hasta que me adelantó la Walkiria

Al principio, cuando empecé a conocerlo sin que me lo presentaran, como se conoce a muchos, me cayó bien: no tenía más motivos que los que suele envolver al débil en la contienda. Echar una mano al débil nos ayuda a todos, nos hace sentir mejores de manera inocente y fácil. Parecía buena persona con esa cara y su leyenda, de buena gente. Y apareció con las luces de su trabajo, como humorista payaso que se había pasado a la política y presidía un oasis, quizá notable o de reciente brillo por ser enemigo de Rusia, que se los quería comer a todos. Aquel merecía los apoyos, hasta económicos porque tenía una causa frente al gigante malo. Con su aspecto de político decente y amigo de los niños, buena persona y político con el aspecto de hombre procedente del mundo de la sonrisa o la fantasía. Adorado por chicos y mayores que merecía ventaja frente al Putin mal encarado que trataba de revolver, enfrentar y hacer pedacitos porque hablaba de armas de destrucción masiva, a las que sólo nombrar, a nivel mundial, y soltar opinión y barriga. Putin… ¡Vaya nombrecito el del ucraniano! Tenemos que buscarlo...

Zelenski, el hombre de buen humor tuvo que ponerse serio y apareció en las televisiones del mundo ante verdaderos cuadros, pocos ratos, para los ojos del ruso, el poderoso enemigo , sobre todo de Estados Unidos: NATO, OTAN. NATO OTAN... Reclamaba a gritos una amenaza para los rusos y su enérgico representante, Putin. El enemigo a la puerta de su casa. No hubo complejos y asomaron los primeros vestigios de la amenaza descarada: el enemigo a escasos kilómetros. Primeras bombas y primeras víctimas. Hospitales, escuelas, templos, fábricas... Ya lo conocen todos. Todo podía convertirse en infierno. Se convertía. Y yo, como cualquiera, me imaginaba con la necesidad de cruzar, ahora con el incremento real del combustible al fuego: Suecia y Finlandia pidiendo a gritos incorporarse a la organización mundial, la poderosa OTAN. ¿Es oportuna la ocasión ante tan desquiciado personaje como Putin? ¿Tan enfurecido por las reales circunstancias? ¿Qué puede esperarse detrás de esto? ¿Qué haríamos los del gran bloque occidental si los malos decidieran replegarse en cualquiera de nuestras fronteras? ¿Frente a Cádiz, por ejemplo? Estos temores, estos miedos, me acompañaron hasta que me adelantó la Walkiria, en la que me refugio, con su vitalidad y su belleza. Con la perfección y ligereza de su juventud. La Walkiria con las líneas perfectas en su cuerpo, como el sueño eterno, inagotable, de cualquier iluso. La Walkiria para sacarnos del desengaño o la mentira de esta vida, si lo piensas con sensatez. La NATO en propaganda de las paredes mientras hablaba el presidente cómico y político, héroe o insensato, a mi entender, escasamente diplomático. NATO-OTAN: dos mil kilómetros de frontera para sentirse seguro, por lo menos más alejado. Suecia y Finlandia con occidente, con la potencia mundial, juntos o armados-NATO-OTAN... Allí mismo y, quizá, para siempre. Tuve la fortuna del anonimato en mi caminata; libre en el sueño de la aparición, tal vez celestial, de la Walkiria.

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