El sábado amanece nublado. Toda la calle está cerrada. Solo la frutería de Mari Carmen y sus productos de primera necesidad en la Córdoba del coronavirus. Como dice mi compañera Araceli Ruiz, a ver si nos animamos y al menos compramos en la tiendas pequeñas, una vez que tenemos en casa treinta kilometros de papel higiénico almacenado (lean la columna de Jesús Vigorra, que verán la bronca que nos echa). Lo cierto es que el papel higiénico no es imprescindible habiendo agua y jabón, pero no entremos en esas cuestiones escatológicas (en la acepción no referida al reino de los cielos).

Hoy es el día uno de la Era del Confinamiento para Córdoba. Se ve gente por la calle, pero poca y dispersa. Pedro Sánchez hablará a las dos de la tarde, así que, mientras, me informan mis corresponsales en el exterior. Primero, El Corte Inglés ha abierto. Ya veremos. Segundo, el Grupo de Jeringuistas -pionero en España, ya les haremos el reportaje cuando pase la crisis- no se ha movido hoy de la zona centro, y me comunica que Santa Marta está cerrando y que Milán echa el cerrojo a las doce. Tercero, los amigos cordobeses que todos los años dedican unos días entre febrero y marzo a hacer sus tramos del Camino de Santiago han duplicado esfuerzos y kilómetros en su itinerario programado (menos mal que están en forma) y ya vienen de vuelta, temiendo que cierren Madrid y no poder llegar a Córdoba en coche. ¡Buen viaje, amigos, en mitad de los montes gallegos no creo que hayáis pillado el virus!

Mis compañeras siguen lanzando noticias a toda pastilla. Parece que se va ordenando el caos de las tiendas. Mercadona, Deza, Piedra… No piensan dejarnos en la estacada, así que, por favor, si ya tienen papel higiénico suficiente, tómenselo con calma. Dicen que se ha acabado la pechuga de pollo. La alternativa es el pavo, hasta que también se agote. Algunas carnicerías pequeñas ya no tienen proveedores. Piensen que es el momento de cocinar. Yo no veo la hora de terminar con este diario y hacer una lasaña sin pasta, de calabacín y berenjena, que se lleva un rato largo de preparativos, pero sale buenísima.

El principal desafío ahora es aprender a estar en casa. No es tan fácil. Lo primero que considero es que debemos ponernos un horario, lo más parecido al que tuviéramos. Lo segundo: nada de estar todo el día en pijama, además de antihigiénico, induce a la dejadez. Hay que ducharse y vestirse. Y peinarse. No hace falta que saquemos el traje de gala. Unos vaqueros y una camiseta ya dan otro aspecto y disposición para la vida. Lo de las zapatillas de estar en casa es razonable. Y lo tercero: los que teletrabajamos tenemos que hacernos un hueco fijo en nuestra casa, con nuestra pantalla, nuestros papeles y nuestras cosas. Me dice L. que tiene un problema: está en casa obsesionado con el trabajo a todas horas, no sabe distinguir dónde empieza y dónde termina la jornada. Es necesario ordenar eso, claro. Si le pasa a L., le pasará a más gente.

La gran duda del confinamiento es el paseo. Ya hemos asumido que de bares nada. Pero… si se puede salir a comprar, ¿no podemos dar un paseíto sin rozar a nadie? En las zonas de playa la gente recorre la orilla y hay preocupación de las autoridades, luego esto no está nada claro. A lo largo del día se aclara que el decreto de alarma incluye salir solamente a lo imprescindible, comprar, farmacias y al médico si es necesario. Mi amiga D. dice que está deseando bajar la basura, para hacer algo. Puede que el "momento basura" sea el más esperado del día. Son las ocho y media y Pedro Sánchez no ha comparecido. Dicen que PSOE y Unidas Podemos tienen una bronca tremenda en cuanto a las medidas a adoptar, principalmente en el tema económico. No me lo puedo creer. Como tampoco me cuadra que Pablo Iglesias, en cuarentena, esté en el Consejo de Ministros. Espero que sea desde casa. Crecen los casos, en Córdoba hay ya 35, casi el doble en un día. En España aumentan las muertes… Amigos, amigas, tengan cuidado, protejan a los suyos.