Opinión

EMMA Riverola

La lista

Estás a punto de emprender un viaje. Con la maleta mostrando las tripas sobre la cama, vas seleccionando todo aquello que te acompañará. Prendas para disfrutar de unos días de vacaciones o más formales para un desplazamiento de trabajo. Si el viaje es mucho más que un trayecto de ida y vuelta, la selección se complica. ¿Qué escoger, qué llevarse de tu vida si el regreso no está previsto? ¿De qué desprenderse cuando cada objeto está asociado de forma indeleble a un recuerdo, a un retal de tu memoria? Revisas el límite de peso. Demasiado poco para contener todo lo que querrías llevarte. Haces y rehaces la lista. Esto sobra, esto falta. La maleta sigue ahí. Desafiándote. Con hambre de ser saciada. Mientras, tú sigues peleándote con esa selección de imprescindibles.

El pequeño Alí Abou también emprendió un viaje desde Costa de Marfil a España. Iba a reunirse al fin con sus padres, a tratarse de las enfermedades que le debilitaban día a día. No tuvo que hacer ninguna lista, porque él mismo era todo el equipaje. Pero el viaje salió mal, el escáner del aeropuerto detectó su silueta y ahora el padre está en prisión y el niño en un centro de menores. No hay palabras para la locura de tanta desesperación. Ahí, en esa maleta, llegaba al fin la tachadura imposible de una lista, el borrón de una vida que nunca tenía que haberse producido. No hay lugar para la esperanza mientras haya padres obligados a borrar a sus hijos de su futuro.

* Escritora y periodista

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