¿Qué se exige para ser ministro en nuestro país? Sabemos lo que se le pide a un profesor para dar clases, a un juez para impartir justicia y a un médico para ejercer la medicina, y así podríamos recorrer toda la escala profesional y llegaríamos desde las más duras oposiciones, dicen que las de notario, hasta la criba que hoy se hace para contratar a un auxiliar administrativo o a un sepulturero, pero nada sabemos, en cambio, de lo que se le pide a un ministro para el ejercicio de tan alta responsabilidad. Me viene la pregunta ahora que ha quedado vacante la plaza de ministra de sanidad y mientras don Obvio medita el relevo. Y me pregunto si será un jurista o un economista, una licenciada en sociales o en políticas, porque al parecer nada hay más raro que un especialista en medicina al frente del Ministerio de Sanidad. ¿Les extraña esta disociación? A mí también, pero no tanto, porque de los 18 ministros que en la democracia española han sido, solo dos eran doctores, Ana Pastor y Bernat Soria. Los demás fueron ocho licenciados en derecho, cuatro economistas, un físico, Celia Villalobos, Leire Pajín y Ana Mato. No resulta chocante que sea tan recurrente poner al frente del ministerio responsable de la sanidad pública un lego en medicina; me gustaría saber qué piensan los médicos de este intrusismo, de qué hablan cuando se encuentran con la ministra, aunque ya lo vamos barruntando por cómo actuaron cuando la gripe aviar, con Trinidad Jiménez, o en la reciente crisis del ébola, con la cesante. Cuídense, no se pongan malos, que no está la cosa para ir a urgencias.

* Periodista