Con el objetivo de cuestionar el mito nacional y la identidad misma de Chilela ópera prima de Felipe Gálvez nos recuerda que todo eso se construyó sobre el brutal genocidio de la población indígena, y en el proceso desmantela todo el romanticismo que las narrativas oficiales del celo expansionista del hombre blanco siguen transpirando. Situada a principios del siglo XX, acompaña a un militar inglés, un vaquero estadounidense y un pastor mestizo que han sido enviados al interior de Tierra de Fuego para gestionar la propiedad de un terrateniente y, de paso, para matar a cuantos lugareños se crucen en su camino.

‘Los colonos’ es un ‘western’ tan parimonioso como demoledor; prácticamente todas las interacciones que retrata culminan en violencia. Aunque evita mostrar imágenes demasiado explícitas, no deja lugar a dudas acerca de la carnicería perpetrada, en buena medida gracias al uso que Gálvez hace del imponente paisaje para crear una atmósfera de suspense y sugerir la fusión entre lo bello y lo brutal. Igualmente hábil se muestra equilibrando la épica con el intimismo, al tiempo que dota el relato de una sutileza y una ambigüedad que no restan fuerza a la contundencia con la que, por momentos recurriendo a la sátira, deja claro el absurdo consustancial a los estragos que los colonizadores cometieron con impunidad por toda América, y cómo los ecos de sus acciones siguen contaminando el legado cultural de la región.