Son los creadores de una obra de teatro que se convirtió en fenómeno cultural, ‘La llamada’, de una película homónima y de dos series -’Paquita Salas’ y ‘Veneno’- que los han confirmado como dos talentos imprescindibles para la ficción española actual. También son Los Javis, jurados de ‘talent shows’, animadores de alfombras rojas y celebridades que generan las opiniones más enfrentadas. Hoy estrenan en el Festival de San Sebastián los siete capítulos de ‘La Mesías’, una crítica a los fanatismos ciegos que sin duda es su obra más ambiciosa y radical hasta la fecha.

Como buena parte de su obra anterior, ‘La Mesías’ habla de personas que sufren un encierro y deben encontrar el coraje para salir de él. Es un asunto que a ustedes les toca muy de cerca.

J.A.: Totalmente. Sin ser explícitamente LGTB, ‘La mesías’ es lo más LGTB que hemos hecho en nuestra carrera. Habla de la experiencia de crecer encerrado, del impulso rebelde y el deseo de escapar y también del miedo a lo que pasará al salir. Habla de gente a la que constantemente se le dice: “Esto es pecado, esto está mal, eres asqueroso”, de la catarsis pero también el desarraigo que huir de todo eso produce, y de las imposibilidades que muchas personas LGTB tenemos con nuestras familias. 

Y, en la serie, el resorte que facilita esa catarsis es el cine...

J.C.: Sí, y es justo como me pasó a mí, que en mi adolescente entré en contacto con el cine ‘queer’ a través de una película de Almodóvar, y comprendí que había un mundo más allá. A través de ‘La Mesías’ estoy hablando de mí sin hablar realmente de mí. Y que la serie refleje la experiencia del colectivo LGTB sin didactismo y sin necesidad hacerlo explícito es algo de lo que me siento especialmente orgulloso.

A lo largo de su carrera, han tomado referentes de la cultura popular en su día vilipendiados para ponerlos en valor. En ‘Paquita Salas’ fue Anna Allen, en ‘Veneno’ fue La Veneno, y aquí son las integrantes del grupo musical religioso Flos Mariae, que en su día fueron objeto de muchas burlas. ¿Hasta qué punto es esa reivindicación un objetivo que articula su obra?

J.A.: ¿Quién sabe lo que se oculta detrás de las personas? Las vidas de los demás pueden ocultar unos misterios muy fuertes. Ojo cuando señalas a otro, cuando te ríes de otro, porque detrás de ese chiste hay una vida humana. Sí, empezamos a pensar en ‘La Mesías’ cuando estábamos trabajando en ‘Veneno’, así que el impulso inicial iba por ahí. Lo que pasa es que con el tiempo la serie fue convirtiéndose en otra cosa.

J.C.: El concepto se fue haciendo más grande al incorporarle otras ideas. Montserrat y la Moreneta, los ovnis, teorías según las que las apariciones marianas eran en realidad alienígenas, la madre como montaña infranqueable... Y para mí era muy importante alejarme de Veneno en el sentido de que no hemos querido hacer justicia ni editorializar o decirle al espectador lo que debe sentir. ¿Es ‘La mesías’ oscura? ¿Es luminosa? ¿Es aterradora? ¿Es cómica? Que decida el espectador.

La religión y la fe ya eran el asunto de ‘La llamada’. ¿De dónde proviene su interés?

J.C.: Aquí el interés está no tanto en la religión como en las creencias, que pueden ser religiosas pero también en los extraterrestres o en el poder sanador del cine. Esas creencias no son sino un reflejo de la incertidumbre consustancial al ser humano. Tenemos que creer en algo porque, si no, ¿a qué nos agarramos?

J.A.: Para mí ‘La llamada’ fue un intento de reconciliarme con la religión, de dejar de considerarla mi enemigo. ‘La Mesías’ se centra más en el aspecto teatral y performativo sobre el que se construyen las creencias. Y la intención es criticar el fanatismo ciego que fomentan quienes predican verdades absolutas e irrebatibles.

En ese sentido, ¿puede ‘La mesías’ ser entendida como reflejo de este momento tan radicalizado que vive la política española, en el que el diálogo ha sido sustituido por el insulto?

J.A.: Inevitablemente, la protagonista de la serie, Montse, recuerda a todos aquellos que, desde su púlpito, se ponen a señalar a una minoría frágil, a quitarles los derechos, a tratarlos como una mierda. Eso es absolutamente terrible, y los políticos lo hacen todos los días. Montse encarna a los políticos que manipulan, que propagan ‘fake news’, que nos dicen lo que debemos pensar, que cambian de opinión constantemente y se contradicen, y mienten sin parar.

‘La Mesías’ es su obra más compleja y arriesgada. ¿Hasta qué punto es su manera de callar las bocas de quienes no les toman en serio por el mero hecho de ser “los Javis”?

J.C.: Ser “los Javis” nos ha pesado, pero hemos llegado hasta aquí gracias a ello. Sería ridículo que ahora nos presentáramos en San Sebastián renegando de la etiqueta. Ser personas conocidas nos ha permitido hacer justo la serie que queríamos hacer y sí, las críticas me han servido sobre todo de estímulo. Durante mucho tiempo, Almodóvar tuvo que soportar que no se le tomara en serio. En todo caso, insisto, que seamos “los Javis” fue lo que convenció a Movistar de que era buena idea darnos el dinero necesario para hacer ‘La Mesías’, y de que la gente la va a ver pese a ser una serie tan experimental, árida y oscura.