El candidato a la Presidencia de la Junta y presidente del Partido Popular de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, se comprometió ayer a formar un Gobierno para un cambio «tranquilo» y «conciliador» en Andalucía con el objetivo de proceder a una transición política en la comunidad andaluza después de casi 37 años de gestión socialista. La idea del cambio sustentó todo el discurso de investidura durante los 77 minutos que duró la intervención del candidato ante el Parlamento.

Consciente de las tensiones que ha generado el acuerdo de investidura con Vox, Moreno justificó este pacto con el partido de extrema derecha por la necesidad de dotar al próximo gobierno de «estabilidad», pues es necesario su concurso para obtener la confianza de la Cámara por mayoría absoluta. En una alusión directa a los colectivos que se han movilizado en contra, Moreno censuró la «crispación» y la «división social» existente y ante esta situación se comprometió a «dialogar sin complejos».

«Un Gobierno de cambio», subrayó el candidato, «nos obliga a entendernos, a hablar entre todos, a hacer del diálogo savia nueva de la política en Andalucía; sin complejos, sin prejuicios y sin cordones sanitarios». También pidió que no se tenga miedo a la nueva etapa porque «la democracia es cambio y nadie puede tenerle miedo a la democracia».

En las críticas a la gestión del PSOE durante las diez legislaturas precedentes, Juanma Moreno reprochó a los socialistas no haber «aprovechado el poder del autogobierno ni los fondos europeos» en 37 años para cambiar el rumbo de Andalucía, aunque sí admitió progresos en la comunidad «como los ha habido en otras partes de España». En su intervención denunció el «conformismo, el miedo y la red clientelar» en la etapa socialista, que dividió en el tiempo en tres partes: «triunfalismo inicial, acomodamiento y conformismo».

Juanma Moreno, interrumpido en 36 ocasiones por los aplausos de su grupo, aseguró que será «intransigente» con la corrupción que tanto «daño ha hecho a la administración» autonómica. «Me propongo que en el interior del Palacio de San Telmo haya tanta luz como en su fachada», dijo el candidato. «El gobierno del cambio se presenta hoy libre de cualquier rémora, autónomo para actuar y soberano en la toma de decisiones, y nuestro discurso será el de la decencia; nuestro comportamiento, el de la rectitud; y nuestra única sumisión será a la verdad», subrayó Moreno.

Garantizó que el Ejecutivo que presida será «intransigente» con la corrupción y, por ello, pondrá inmediatamente en marcha un paquete de medidas en materia de regeneración -incluidas en el acuerdo de gobierno con Ciudadanos- que pasan por una auditoría integral de la Junta y del sector público, la reforma de la ley a fin de limitar a ocho años como máximo la duración del mandato de un mismo consejero o del presidente de la Junta. Asimismo, se comprometió a impulsar la supresión de los aforamientos, a la aprobación de una ley de protección de los denunciantes del fraude y la corrupción y a la puesta en funcionamiento de una oficina andaluza anticorrupción.

Entre otras actuaciones, Moreno anunció la creación en el Parlamento de una comisión de investigación sobre la Fundación Andaluza Fondo Formación y Empleo (Faffe) y la reclamación judicialmente del dinero defraudado en los ERE. El Consejo Consultivo será suprimido, habrá una nueva regulación de las subvenciones y se mejorará el control de la transparencia en la gestión de los fondos públicos para acabar con las «redes clientelares».

Todas estas iniciativas contra la corrupción están incluidas en las medidas de regeneración y reformas que el próximo Gobierno andaluz activará en cuanto tome posesión. Por encima de todas las propuestas, Moreno se comprometió también a defender los intereses de los andaluces «en una España unida, sólida y solidaria» y se marcó como objetivo «prioritario» para su Gobierno «otorgar a Andalucía el lugar que le corresponde».

En el asunto más delicado de su discurso, por la crispación que ha generado la propuesta de Vox sobre la violencia de género, Moreno también se comprometió a actuar con «responsabilidad» y recomendó a todos los partidos sacar de la contienda política la violencia de género. «Quienes sufran violencia física, psicológica o social, de cualquier tipo y en cualquier ámbito, encontrarán en mi gobierno un refugio seguro, una mano para acogerle y otra para ayudarle a salir del infierno en que viven», dijo el candidato.

En el tramo final del discurso, Moreno tendió esta vez la mano a la socialista Susana Díaz y le agradeció su labor porque «más allá de los aciertos y los errores» se realizó «con las mejores intenciones». El candidato también ofreció el diálogo a todos los partidos, pero especialmente lo hizo con el PSOE, «el grupo político que previsiblemente abandonará el Gobierno en los próximos días», concluyó.