La racha de robos comenzó en julio. Fue en el local de la firma Alfaro Joyeros, en la calle Isaac Peral, y estaba bien planeado. El 17 de julio se personó un falso operario de una compañía telefónica que anuló los sistemas de alarma y las cámaras de vigilancia. Sus compañeros forzaron al día siguiente la puerta de entrada, también las de seguridad interiores y armados, posiblemente, con una lanza térmica se abrieron paso entre las placas de acero y hormigón de la cámara acorazada para desvalijarla por completo.

En días siguientes se registraron varios robos frustrados, entre ellos en el polígono de La Torrecilla (Hermanos Navarro) y en la empresa Repiso. A finales de septiembre usaban otro método para robar, el tradicional butrón. Limpiaron las estanterías de la Relojería Suiza, en la calle Claudio Marcelo, después de entrar en los almacenes C&A --abandonados desde hace varios años-- y practicar un agujero en la pared contigua a la caja fuerte.

El 3 de octubre, el sistema empleado fue otro: un violento atraco a mano armada en un taller de Cañero. Los atracadores obligaron a los empleados a tirarse al suelo mientras los amenazaban con armas. Aprovecharon la llegada de uno de los viajantes que traía mercancía para entrar en el taller, momento en el que encañonaron a cuatro personas y se hicieron con todo el material y joyas que había en el interior de la caja fuerte y maletines.

El siguiente objetivo fue un taller de joyería en la calle Isabel II, en La Magdalena, en la madrugada del 6 de noviembre. Una vecina dio la voz de alarma después de escuchar ruidos en la casa que le resultaron extraños. Consiguieron llevarse objetos de valor.

Y espectacular fue el atraco de El Granadal. Los ladrones accedieron un sábado y salieron el domingo con un cuantioso botín en su poder tras hacer cuatro butrones, reventar la cámara acorazada con potentes herramientas y limpiar su interior, en el que se almacenaba una importante cantidad de piezas de oro, plata y piedras.