La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha encontrado microplásticos en 69 de los 102 alimentos de origen marino (68%) que ha analizado, entre los que había muestras de sal, moluscos y crustáceos. Las muestras de sal, mejillones, almejas, chirlas, langostinos, langosta y gambas contenían principalmente microfibras y microfilms. En el caso de la sal, dos tercios de la muestras contenían microplásticos «provenientes del medio ambiente y no del envase o el método de obtención», ya que «no existen diferencias significativas entre los resultados de la sal envasada en plástico, cristal o cartón, ni entre la procesada industrialmente y la procesada manualmente». Sin embargo, la llamada flor de sal, que cristaliza en la superficie de las salinas marinas, sí ha resultado ser más rica en microplásticos, lo que «podría deberse a una mayor contaminación ambiental o a su estructura escamosa, capaz de retener más partículas». La OCU recuerda que los moluscos «deben depurarse cuando están destinados al consumo humano», y aún así se ha encontrado microplásticos en un 71% de las muestras.