Hoy ha vuelto un clásico, porque ha reabierto la churrería de los Santos Mártires -supongo que no será la única- y la gente se iba dando el aviso por la calle. Así, el paseo matinal de algunos termina con un rito dominguero: la compra de las ruedas de jeringos, fritos tras el confinamiento con ese aceite nuevecito, qué ricos.

A mediodía, mientras se cernía la tormenta -y tras el turbión de la madrugada-, imagino que más de un hostelero que se había propuesto abrir habrá cambiado de opinión. Ya iban a hacerlo pocos (según la información de Pilar Cobos solo el 25%) Pilar Cobos, porque son muchas las limitaciones y muy arriesgado económicamente. Pero, si encima llueve... ¿qué sentido tienen las terrazas? Vaya semana de fase 1 que nos espera, con pronóstico de agua casi todos los días. De nuevo puedo decir, ramplonamente, que nunca llueve a gusto de todos, y añadir que los pantanos están todavía muy necesitados, así que más vale una desescalada a medias que un verano sediento.

Me preocupa que se relajen las precauciones estos días. Me preocupa estarlas relajando yo. ¡Es tan difícil y casi tan absurdo el protocolo de desinfección! Te despistas lo más mínimo y rozas esto o aquello, no sabes qué hacer con la mascarilla, con los guantes... Hablo del asunto con W., mi oráculo de la sensatez y el sentido práctico, que, a su vez, lo ha comentado con un amigo cocinero profesional. Son de la nueva «liga antiguantes», surgida entre los que constatan que no se utilizan bien.

Dice W. que la gente, en el supermercado, lo va tocando todo, y que son más prudentes los que no los llevan. Añade que su amigo defiende lo de toda la vida: cocinar sin ellos y lavarse las manos continuamente. Me pone el ejemplo de esos puestos de perritos calientes de Nueva York (es persona viajada), donde con las manos protegidas te van dando el perrito, cogen el dinero, rebuscan en su fatriquera a por el cambio... «¡Los únicos protegidos son ellos, a los demás nos contaminan!”, me dice.

Con razón. Esa realidad exige un mundo en el que todos lleven guantes y así los virus van viajando cómodamente de mano en mano sin llegar nunca a la carne humana. Luego hay que sabérselos quitar, pero para eso hay muchos tutoriales en Youtube.