El agua mansa nos va calando sin que nos demos cuenta, y cuando un día nos encontramos con la neumonía llamado a nuestros pulmones ya es tarde. Pueden decirte que el chirimiri vasco, el calabobos gallego, el orballu asturiano no son para tanto, que son como el palomino, como la mierda de palomo, que ni mancha ni huele, pero si te descuidas pueden dar contigo en la cama articulada del hospital. Igual pasa con ese tipo de medidas (de iniciativas, las llaman) que los gobiernos turnantes elucubran por nuestro bien, siempre por nuestro bien, y que, poquito a poquito, como el agua mansa, nos van calando hasta controlar cada vez más nuestra libertad individual. Se trata de un control tipo palomino que ni mancha ni huele, que no molesta, que pasa desapercibido, pero está ahí. La última ocurrencia (avoluntos los llaman algunos) estatal es controlar nuestros movimientos a través del móvil, por nuestro bien, naturalmente, para prever medidas tendentes a mejorar la previsión de los objetivos a medio plazo de la seguridad ciudadana, etcétera. O sea, añadan toda la palabrería que quieran, el fin para ellos justifica los medios, claro, ¿quién puede negarse a una idea tan altruista y benefactora? Entiendo que oponerse a estas cosas es difícil de explicar, lo captas o no lo captas a la primera. Es por lo que en política, por ejemplo, el liberalismo tiene cada vez menos recorrido, porque es cada vez menos comprendido, porque ya es tanto el paternalismo del estado que soportamos, ya son tantas las medidas garantistas, tanta sociedad del bienestar e hiperprotección a la que nos someten, que vemos como algo natural y, lo que es peor, ya hasta exigimos, que nos limiten la libertad individual, que nos controlen por nuestro bien, que nuestras libertades y derechos civiles vayan pasando siempre por el tamiz de la visión y la previsión que el estado tiene sobre nosotros. No seamos ingenuos, estamos controlados desde hace mucho por los permisos a las app que instalamos, las compras que realizamos, las tarjetas que utilizamos, pero que venga ahora el estado a ponernos la lupa así es un descaro. Nos lo merecemos por cómodos, por no pensar.