Esclarecedor y entretenido. Así fue el debate --segundo y último que se celebrará con los cuatro candidatos de PP, PSOE, IU y Cs- organizado por la Asociación de la Prensa y con público (formado, sobre todo, por hinchas de los cuatro partidos), que puso la pata circense y por momentos convirtió el salón de actos del Rectorado en el de la Lotería el día del sorteo de Navidad (sin premios, porque allí nadie ganó, ni perdió). La cita fue de más a menos, y el encorsetamiento de los primeros bloques dio paso a un intercambio más fluido con réplicas y alusiones. Y eso ocurrió pese al formato pactado por los partidos, en el que se sorteó desde la presencia en el escenario de los líderes, al turno de respuestas.

¿Y qué se contó en las dos horas y media que duró la cita? En primer lugar, las idea fuerza de las formaciones, divididas en la dicotomía del continuismo y el cambio: el PP vende gestión frente a parálisis; el PSOE, que Córdoba se ha puesto en marcha y que hay que seguir trabajando; IU tira de orgullo y defiende el modelo de una ciudad que ha gobernado 32 años; y Cs, para quien ha llegado la hora del cambio. El nexo común: que todos van a acabar con los problemas de Córdoba.

En segundo lugar, que el elector podrá elegir el 26-M entre muchos partidos, pero solo entre dos modelos. En este mensaje insistieron, cada uno con sus matices, José María Bellido (PP), Isabel Ambrosio (PSOE), Pedro García (IU) aunque, quizá, no tanto, Isabel Albás (Cs), entre otras cuestiones porque se mostró dispuesta a pactar a la derecha, como en la Junta (donde insistió en no haberlo hecho con Vox y se escucharon risas), o con la izquierda («con todo el que quiera sumar», apuntó). Sobre pactos, esclarecedora también la intervención de la alcaldesa, que aunque no cerró la puerta a sumar con los de Rivera (sin datos no puedo hacer cábalas, vino a decir), aclaró que, si de ella depende, «las derechas y la ultraderecha no gobernarán».

De lo que más se habló (y criticó) fue de Urbanismo y no solo porque a la oposición le interese sacar el tema, sino porque algunos bloques estaban formulados de una manera tan ambigua que se solaparon y repitieron. Buena idea la de crear un bloque en el que los candidatos preguntaron a sus contrincantes.

Por lo demás, los partidos de la izquierda vendieron su gestión conjunta con cierta dosis de autocrítica (IU trató de diferenciarse del PSOE a cuenta de sus años en la Junta, mientras que Ambrosio enmendó la gestión de su socio en la GMU). Y PP y Cs tildaron a Córdoba de ciudad paralizada y criticaron «la complacencia» del gobierno (los populares afearon a los naranjas su adanismo, y los de Albás a Bellido, la herencia envenenada del Centro de Exposiciones del Parque Joyero). Además se habló de taxistas; de Amazon y Kasfarma; de apartamentos y tasa turística; de empleo y de logística; de equipamientos deportivos y de centros cívicos, de lo humano y lo divino.

En positivo, subrayar el desparpajo de García (que no necesita papeles); que Ambrosio saliera de su papel institucional (y que llamara a Bellido «contable» y sacara fotos con los buses de Nieto ardiendo); la seguridad de Bellido (que le dio la vuelta a la pregunta de Ambrosio sobre memoria histórica), y las primeras intervenciones de Albás (incisiva y propositiva). Coincidieron en la indumentaria: ellos con chaqueta y sin corbata, y ellas, con chaqueta blanca. Curioso el lenguaje no verbal, cuando eran otros los que hablaban: García apoyado en el atril-barra; Bellido, presto a montarse en caballo; y ellas, aplicadas estudiantes que repasan antes del examen. El 26-M sabremos quién aprueba, quién se irá al bar y quién se caerá del caballo o galopará.