Querido Toni: te escribo desde muy lejos. Me vine nada más darte las notas, a otras tareas profesionales, pero me acuerdo de todos vosotros y especialmente de ti, pequeño mío.

No tuve tiempo de darte una explicación, y ya lo has visto: he tenido que suspenderte, porque los mayores, los que por autoridad deciden estas cosas, consideran que tú no has llegado al nivel exigido. Y aquí, sentada en la playa, pienso en ti, y te estoy viendo con los ojos llenos de lágrimas gordas que se te están escapando por debajo de las gafillas y van churreteando esa carita de melocotón, que se ilumina y se hace casi transparente, cuando una cosa te pone contento.

Lo tuyo no es ese montón de libros que pesa tanto sobre tus débiles espaldas. Tú eres un creador. Algún día, como lo deseas, podrás ser ebanista, fotógrafo... etc. ¿Te has fijado en el sobresaliente que te he puesto en Dibujo? Enséñalo a todo el mundo. A los creadores hay que darles su tiempo. Además, querido Toni, con esas notas, y con tus poco años, podrías enseñar muchas cosas a los mayores: pedir la palabra, dónde tirar un papel, sabes qué es la paz y la guerra, conoces la Quinta y la Novena Sinfonía de Beethoven, la Primavera de Vivaldi... Sabes caminar por la calle, descubriendo una flor, un anciano, un árbol, sabes escribir una poesía, hacer un dibujo, un avión de papel...

No llores pequeño; eres muy grande. Llevas en tus pupilas ese cristal mágico que te hace estar en la vida dentro de un círculo mágico donde las cosas son más bonitas, tiene más calor, más amor...

Algún día, no muy lejano, acabaremos con esas notas porque no sirven para nada más que para dar disgustos a niños tan valiosos como tú.No te sientas fracasado, los fracasados somos los que te evaluamos sin tener en cuenta tu capacidad e inteligencia, los que nada sabemos de ti y mucho de exigencias y papeles. No llores, mi querido Toni.