-¿Qué recuerda especialmente del teatro de Antonio Gala que ha llevado al escenario?

-La obra que yo hice, Por qué corres Ulises, supuso el primer enfrentamiento con una censura contra la que nos rebelamos todos. Era el momento, y ese fue el punto de encuentro entre Gala y yo. Por otro lado, era un momento muy creativo en España, había mucha gente muy interesante y me siento muy orgullosa de haberlo vivido.

-Ese ataque de la censura se debió a que usted dejó ver su pecho cuando vestía una sugerente túnica azul que se abrió en plena escena. ¿Lo hizo a propósito?

-Era un poco ridículo que yo apareciera con un imperdible y un sujetador, ya era bastante con la braguita. La censura se empeñó en el imperdible, y cuando llegó el momento del estreno, yo le pregunté a Antonio Gala qué hacía. Y el me dijo: ‘Haz lo que te dé la gana’. Y me quité el imperdible y lo lancé al aire como un acto de rebelión. Y la censura se acabó en este país. Fue un periodo muy interesante de la historia de España.

-Una censura que, de alguna manera, vuelve a sobrevolar en el mundo artístico. ¿Cómo ve la situación de la cultura y el teatro?

-Mientras no haya una Ley de Mecenazgo siempre existirá un clientelismo hacia el que esté en el poder. La democracia está consolidada, pero a algunas personas les cuesta asumir las obligaciones democráticas, como la tolerancia y el respeto por el otro.

-Ha hecho teatro de grandes autores. ¿Dónde coloca a Gala?

-Antonio Gala es el inicio de mi carrera. Con Por qué corres Ulises empecé a aprender de profesionales como Alberto Closas, Mari Carrillo, era todo maravilloso.