Ríos de tinta se han escrito sobre el mejor escritor español después de, o junto a, Miguel de Cervantes. Pero cuando el próximo 4 de enero se cumplan cien años de la muerte de Benito Pérez Galdós, habrá que recordar también a ese hombre político que demostró su gran compromiso con España y con la clase trabajadora. Don Benito nació en Las Palmas de Gran Canaria el 10 de mayo de 1843 y murió en Madrid, en su Madrid, el 4 de enero de 1920. Son muchos los escritores y críticos literarios (Andrés Trapiello es el que más insiste) que, siendo cervantistas, ponen a Galdós junto a, o incluso por encima del autor del Quijote.

También los hay, por supuesto, quienes, con razones muy respetables, alejan a don Benito de don Miguel por lo que supone para la literatura universal ese portento que es el Ingenioso Hidalgo de La Mancha. El Instituto Cervantes y la Comunidad de Madrid van a traducir la obra de Galdós a otros idiomas para «internacionalizar su figura», como dijo Luis García Montero, director del Cervantes, en una mesa redonda celebrada en Madrid el 17 de diciembre.

El instituto cervantino y la Comunidad también tendrán un detalle de lujo en forma de la edición limitada de un facsímil precioso del tercero de los Episodios Nacionales. También se puede ver desde finales de octubre la exposición Benito Pérez Galdós. La verdad humana que inauguraron el ministro de Cultura, José Guirao, y el presidente del gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, en la Biblioteca Nacional.

Mientras desde su cuna se celebran cien actos bajo el lema Canarias, la tierra de Galdós, la prestigiosa Biblioteca Castro ha dado luz a una cuidadísima edición, en dos tomos, de la Cuarta Serie de los Episodios, y se ha comprometido ofrecer la quinta, ya en un único volumen, el próximo año. Menos conocido es el hombre político. Siempre republicano (salvo su apoyo a Prim y al efímero monarca Amadeo de Saboya), Galdós frecuentó los círculos liberales para pasar al republicanismo moderado del reformista Melquíades Álvarez y acabar abrazando a su admirado Pablo Iglesias, con quien formaría la Conjunción Republicano-Socialista (1909).

Tres veces diputado casi por inercia, su activismo político más intenso fue durante la última década de su vida, entre 1907 y 1912, cuando se sintió muy cerca del fundador del PSOE. El hombre político, patriota hasta la médula, se había formado en el krausismo, admiró la Institución Libre de Enseñanza, se hizo decidido regeneracionista. Su biógrafo Cánovas Sánchez lo explica: «En toda la obra de Galdós hay una búsqueda permanente de la identidad española. En sus primeras novelas expresó su fe en la capacidad reformista de las clases medias. Durante la Restauración advirtió con pesar que las clases medias se habían integrado en el sistema y habían claudicado ante los poderosos. A principios del XX consideró que la verdadera patria estaba integrada por los trabajadores que luchaban para mejorar sus condiciones de vida».